Ejemplos de fe en días de cosas pequeñas
Muchas veces, podía parecer difícil permanecer en el camino de la fe. Por ejemplo, cuando en Egipto se levantó un rey que no había conocido a José y que mandó matar a todos los hijos recién nacidos de los hebreos (Éxodo 1:22), los padres de Moisés bien hubieran podido desanimarse y temer dar a luz su tercer hijo. Sin embargo, precisamente este acto de fe se revela en Hebreos 11:23: “Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses... y no temieron el decreto del rey”. Y Dios escogió a este niño para liberar a su pueblo de la opresión de Egipto.
De la misma manera, más tarde, en el tiempo de los Jueces, cuando “cada uno hacía lo que bien le parecía”, encontramos a un Gedeón fiel, listo para levantarse para salvar a Israel del yugo de Madián. Comprendemos por qué respondió al ángel: “Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado...?” (Jueces 6:13). Con qué paciencia Dios le enseñó y hasta le concedió las señales que él pedía para fortalecer su débil fe. Era un día de pequeñeces, pero Dios concedió a su pueblo una victoria maravillosa por medio de este joven lleno de fe.
Bastante más tarde, cuando parecía que todo estaba perdido —el arca y todos los utensilios preciosos del templo habían sido llevados a Babilonia y una parte del pueblo estaba en el exilio—, encontramos a hombres fieles como Daniel y sus compañeros, que no querían contaminarse con la comida de los caldeos. Daniel mismo perseveró hasta que pasaron los 70 años de exilio y hasta que las profecías de Jeremías se cumplieron. En aquel día de pequeñeces, habían hombres en los cuales Dios encontró su contentamiento como leemos en Ezequiel 14:14, donde el nombre de Daniel se asocia al de Noé y al de Job, justos que serían fieles hasta la muerte.
Creced 2004
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