Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.
Apocalipsis1:3
Primero, recibiremos por medio de este libro una visión maravillosa de nuestro Salvador y Señor. Esto es lo que necesitamos como pueblo suyo por encima de todo, y esto esto que trae bendición a nuestras vidas. Como hemos dicho antes, este libro es de modo preeminente su revelación, un revelarse bendito de su persona y su gloria. Pero tenemos todavía otra bendición. Al leer este libro nos damos cuenta de lo que podemos esperar para esta edad, qué juicios van a caer sobre el mundo y la forma en que el poder de Satán será manifestado de pleno sobre aquellos que hayan rechazado la gracia. El juicio, la tribulación y la ira vienen rápidamente sobre esta edad. De todo ello, nuestro Señor, clemente nos ha librado. No hay juicio, no hay ira para los que le conocemos a El como portador de nuestros pecados y como nuestro escondedero. Nuestros corazones deben estar llenos de alabanza cuando leemos las palabras de esta profecía y recordamos la gracia que nos ha salvado de todo lo que viene en esta edad.
Otra bendición es la seguridad de la victoria y gloria definitivas. La edad es tenebrosa, y se oscurece aún más, pero en el Apocalipsis contemplamos la gloria que viene para sus santos primero, y después que las nubes del juicio han desaparecido, para Jerusalén, las naciones y la tierra.
Al leer el Apocalipsis, nuestro corazón se llena de la seguridad y la certeza del final de todas las cosas. Es una atmósfera solemne que llena todo el libro del Apocalipsis. Cuando seguimos leyendo y vamos respirando esta atmósfera celestial y solemne el resultado será un andar más cerca de Dios, un culto de adoración más espiritual y un servicio más generoso para El «que nos amó y nos liberó de nuestros pecados con su sangre, e hizo de nosotros reyes y sacerdotes para Dios su Padre».
Arno C. Gaebelein
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