lunes, 15 de febrero de 2016

NUESTRA CONDUCTA FRENTE A LAS AUTORIDADES



¿Qué tenemos entonces que ver con las autoridades? Pues sujetarnos a ellas, ya que Dios las ordenó; cuando imponen sus tributos, satisfacerlos, y hacer rogativas por los reyes y por todos los que están en eminencia (1 Ti 2:1). Resulta, pues, que lo único que un cristiano puede realizar en política, es someterse a las potestades superiores, «no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia» (Ro 13:5). Sin duda alguna, en Cristo, él (el cristiano) es heredero de todo, incluso de la tierra en la cual el sistema mundano opera hoy en día; pero lo mismo que Abraham en el país de Canaán, Dios no le da siquiera donde poner el pie. Como herencia actual suya: «El justo por su fe vivirá» (Hab 2:4).

Si pues el verdadero hijo de Dios deja de tomar posición definida en cosas de política, no es tanto que crea malo el adherirse a una opinión, sino que ha dado su voto y su adhesión a Aquel que está en los cielos, y que Dios ha ensalzado como Rey de los reyes y Señor de los señores. Además, las cosas terrenales perdieron todo interés para él, porque ha hallado cosas de mucho mayor valor y atractivo. También ve que el mundo es impío en su espíritu y en su esencia, y que sus reformas y progresos más preciados van apartando progresivamente de Dios el corazón del hombre. Desea dar testimonio de Dios y de su verdad, anunciando el juicio venidero en el día de la aparición de Cristo, cuando los hombres se congratularán creyendo estar en paz y seguridad; y espera que, por él, algunos aprenderán a librarse de los lazos en los cuales Satanás quiere aprisionar la humanidad entera.

J. N. Darby

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