miércoles, 10 de febrero de 2016

"¡Ay de vosotros!"

"¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!" 

Estos son los supuestos discípulos que viven para satisfacer sus apetitos. El yo es el centro y la circunferencia de sus vidas. Comen en restaurantes elegantes, se agasajan en cruceros de placer que conducen a la nada, y se afilian a clubes y hoteles de alto nivel. Sus vidas giran en torno a la cocina y el comedor. El hecho de que Lázaro esté afuera padeciendo hambre no les preocupa en absoluto.

"¡Ay de vosotros, los que ahora reís!" 

Su pecado no es que disfrutan una buena broma, sino que todo en la vida parece ser una broma para ellos. No parecen tener seriedad sobre los grandes temas del tiempo y la eternidad, sobre las almas que mueren, sobre la humanidad que sufre, o sobre el infierno eterno. Espiritualmente son pesos pluma. La vida para ellos es algo superficial. Sus mentes están vacías; su hablar está vacío, y sus vidas están vacías.


"¡Ay de vosotros, cuando todos hablen bien de vosotros!" 

Dicen que son discípulos de Jesús pero en realidad son esclavos de un estatus. Aman la alabanza de los hombres más que el favor de Dios. Evitan hablar la verdad con claridad y sin temor para evitar ofender. Estos hombres son como camaleones, los cuales adaptan el mensaje a la audiencia. Pueden pronunciar un doble discurso en forma simultánea. Se asemejan al vergonzoso perfil de los falsos profetas del Antiguo Testamento.

William MacDonald

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