El campamento del judaísmo
Sería bueno que averiguáramos algo más sobre la naturaleza del campamento del judaísmo, fuera del cual pusieron a Cristo. En Hebreos 9:1-10 tenemos una descripción de este, de la cual recogemos las siguientes características:1) Fue reconocido como un “santuario terrenal”, un santuario de este mundo, con muebles y utensilios espléndidos (v. 1, 2)
2) Hubo una parte interior de este santuario terrenal, llamada “el Lugar Santísimo”, con un velo que lo separaba del resto del santuario. Los sacerdotes entraban en la primera parte del tabernáculo para cumplir el servicio dedicado a Dios, pero en el “Lugar Santísimo” sólo el Sumo sacerdote podía entrar una vez al año con sangre para expiación de sus propios pecados y de los pecados del pueblo (v. 3-7). Dios estaba, podríamos decir, encerrado, a la vez que el hombre quedaba afuera.
3) Bajo este sistema de adoración, pues, no hubo acceso libre a Dios, “...dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo” (v. 8).
4) Hubo un sacerdocio ordenado, es decir, una orden sacerdotal, un grupo diferenciado del pueblo, que se dedicaba al servicio del santuario y oficiaba entre el pueblo y Dios. El pueblo no tenía intervención directa en el servicio del santuario (v. 6).
5) El santuario terrenal con sus sacerdotes y sacrificios no podía dar a los adoradores una conciencia purificada ni hacerlos perfectos o completos delante de Dios (Hebreos 9:9; 10:1-3).
6) Fue un sistema de adoración ordenado por Dios para la nación de Israel en la carne y abarcó como adoradores a toda la nación en el campamento. No suponía ni exigía que los adoradores nacieran de nuevo: se participaba en virtud de herencia y de circuncisión, es decir, eran una multitud (todo el pueblo) mixta de creyentes y de incrédulos reunidos sobre la base de guardar la ley para justicia (Hebreos 3 a 4).
7) Fue una religión terrenal, establecida en la tierra y propia para el hombre en la carne, sin ningún pensamiento de reproche y ofensa relacionado con ella (Gálatas 5:11; 6:12,13).
El contraste del cristianismo con el judaísmo
Sobre el fundamento del solo sacrificio perfecto, completo y reparador efectuado por Cristo en la cruz, Dios formó la Asamblea o Iglesia. Esto tuvo lugar el día de Pentecostés, mediante el descenso y bautismo del Espíritu Santo (1.ª Corintios 12:13). Así instituyó el cristianismo en su carácter celestial, el carácter que Él reconoce y en el cual se complace. Estas características celestiales, como las encontramos en las Escrituras, son lo opuesto a las del campamento del judaísmo. Vamos a considerar a continuación los puntos de contraste del cristianismo. El lector puede comparar cada uno de estos siete puntos con los correspondientes incluidos en la sección anterior:1) El santuario del cristiano está en el cielo, no en la tierra. Cristo se ha ido al cielo. Aparece en la presencia de Dios por nosotros como ministro del santuario celestial y del tabernáculo verdadero (Hebreos 8:2; 9:24).
2) El velo de entrada al Lugar Santísimo está rasgado y tenemos confianza para entrar por la sangre de Jesús, por el camino nuevo y vivo que Él abrió a través de ese velo (Hebreos 10:19-20). Dios, en la persona de Cristo, ha salido del lugar santísimo hacia el hombre, y Cristo ha entrado en la presencia de Dios para bien de los creyentes. Más aún, abrió un camino para que podamos entrar en el Lugar Santísimo también. Dentro del velo del santuario celestial está el lugar que pertenece a todo cristiano.
3) De esta forma hay completo acceso a Dios. “Por medio de Él (Cristo), los unos y los otros (creyentes judíos y gentiles) tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Efesios 2:18).
4) Todo creyente en Cristo es sacerdote santo y real, con privilegios para ofrecer sacrificios espirituales a Dios. No hay ninguna clase especial de sacerdotes, distinta del pueblo, en el cristianismo novotestamentario (1.ª Pedro 2:5, 9)
5) Por la sola ofrenda, perfecta y completa, de Cristo, los creyentes tienen ahora conciencias purificadas, son santificados y hechos perfectos para siempre delante de Dios. Se les asegura que Dios no se acordará más de sus pecados y transgresiones (Hebreos 9:14; 10:14-17).
6) La Iglesia o Asamblea de Cristo se compone de un pueblo que tiene una relación vital con Dios mediante el nuevo nacimiento. No incluye a nadie que sólo tenga una relación exterior con Dios mediante un nacimiento natural, como en el caso de Israel. Sólo los que han “nacido de nuevo” pertenecen a la Asamblea de Dios en la tierra, y son los únicos que pueden “adorarle en Espíritu y en verdad” (Juan 3:3; 4:24). No hay mezcla de salvos e incrédulos en la adoración de la verdadera Iglesia.
7) El cristianismo es de carácter celestial: “Nuestra ciudadanía está en los cielos” (Filipenses 3:20). Por tanto, no está adaptado al hombre en la carne, sino que, al contrario, constituye una ofensa, una locura, para el hombre natural. Así es que la cruz y el rechazo de Cristo tienen una relación con la verdadera adoración cristiana, porque los creyentes pertenecen a un Cristo rechazado. “Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo” (Gálatas 6:12).
Tales son algunos de los aspectos principales del cristianismo del Nuevo Testamento en contraste con el campamento del judaísmo. El cristianismo verdadero, por lo tanto, no es un campamento religioso en la tierra, sino una reunión de creyentes, unidos a Cristo, su Cabeza glorificada en el cielo. Los creyentes verdaderos deben, pues, salir hacia Él fuera del campamento de la religión terrenal.
El campamento de la cristiandad
Hemos señalado las características y la posición del cristianismo verdadero. Éstas fueron manifestadas en la Iglesia en los tiempos de los apóstoles, tal como puede verse claramente a través del estudio del Nuevo Testamento. Pero un vistazo a la historia de la Iglesia profesante, desde entonces hasta ahora, revela un hecho triste. Perdió rápidamente su carácter celestial y los aspectos que la distinguían en su correcta posición cristiana.Lo que llevaba el nombre de cristianismo e Iglesia (lo que podemos llamar cristiandad), pronto echó raíces en la tierra y llegó a ser una mezcla de judaísmo y cristianismo. La Iglesia pronto adoptó los principios del judaísmo —una religión según los deseos del hombre no regenerado en la carne— mezclados con un poco de verdades del cristianismo. La cristiandad, pues, pronto vino a ser un campamento religioso en la tierra, parecido al campamento idólatra de Israel en los días de Moisés y al apóstata campamento del judaísmo.
Recuérdense las características principales del judaísmo y nótese cómo coinciden más o menos con las cualidades vistas en los sistemas religiosos de la cristiandad. Algunas de estas particularidades son las siguientes:
1) Tienen un santuario majestuoso, con muebles y vasos, todo esto agradable a los ojos humanos.
2) Hay un templo terrenal, un lugar sagrado interior, separado con barandilla, adonde va sólo el clero (el sacerdote o el ministro oficiante).
3) No hay acceso directo y libre a Dios. Dios está lejos, y se dirige a él como “el Dios Altísimo”, “el Dios Todopoderoso”, etc., pero raras veces como “Abba Padre”, que es el clamor de adopción del verdadero hijo de Dios (Gálatas 4:6). Así es cómo se manifiesta la posición de lejanía que es característica del sistema judío.
4) Hay una casta sacerdotal exclusiva —el clero—, importada del Antiguo Testamento y creada por ordenación. Estos ministros sirven, generalmente, bajo la autoridad de jerarcas de alto rango y se mantienen entre Dios y el pueblo, formando una división entre los así llamados «laicos» y «clérigos». Esta organización humana ha desplazado la libertad y soberanía del Espíritu Santo.
5) Otra característica de los sistemas religiosos de hoy es que, en general, no saben qué es una conciencia limpia, ni tienen conocimiento del perdón de pecados o de la perfecta aceptación del pecador delante de Dios. Se pide perdón a Dios, a veces mediante el sacerdote, para poder seguir alcanzando la salvación. La mayoría de los que pertenecen a la cristiandad no está seguro de ser salvo en Cristo, y acusan de presunción al hecho de decir que uno es salvo por la sangre de Cristo y está seguro de ir al cielo.
6) Creyentes y no creyentes de corazón, convertidos y no regenerados, se reúnen para “adorar” a Dios sobre el terreno de las obras y del cumplimiento de la ley para lograr la salvación.
7) Estos sistemas reconocen al hombre en la carne, gustan al hombre en la carne y están constituidos en tal forma que abarcan a los hombres en la carne. De ahí que tales sistemas no incomoden al hombre natural ni le hagan sentir el oprobio de Cristo o la necesidad de llevar Su cruz.
Tales son las características de la cristiandad, la que es en realidad un campamento religioso tan apóstata como lo fue el judaísmo, y tal vez más. Por consiguiente, los creyentes de esta dispensación de la gracia son llamados a salir de los sistemas religiosos de la cristiandad, o sea el campamento, e ir a Cristo, el verdadero Centro de reunión.
En cuanto a lo que constituye el campamento, S. Ridout bien ha dicho:
«Es todo aquello en donde Cristo está sólo nominalmente, pero no en realidad, entronizado como el Supremo. No importa cuán antigua sea la autoridad… dondequiera que haya una organización humana que excluye a Cristo, que no esté de acuerdo con la Palabra de Dios tal como la tenemos en el Nuevo Testamento, allí tiene Ud. el mismo campamento de que venimos hablando. Sobre todo, el campamento está en cualquier parte donde Cristo no tenga directa e inmediatamente el control absoluto mediante su Palabra y su Espíritu.»
El campamento, fuera del cual Dios exhorta a los creyentes de hoy a salir, es la cristiandad en la que los hombres han establecido principios judíos bajo un disfraz de gracia. Hay que salir de todo sistema en el cual la autoridad del hombre se establece y engendra el repudio práctico de la autoridad de Cristo. (Esto sucede dondequiera que se reconozca un clero que establece distinción con los laicos en su conjunto). El campamento es un sistema de religión terrestre o carnal establecido por el hombre. Es un lugar donde Dios es deshonrado y su Palabra dejada de lado, y donde al hombre se le confiere un lugar dentro del cual puede hacer todo lo que le place.
Confiamos en que estas observaciones ayudarán a los lectores a entender mejor: primero, lo que es el campamento en nuestros tiempos, y luego, lo que quieren decir las palabras de hebreos 13:13: “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio.” Dios quiera que cada uno que entienda esto sea fortalecido por el Espíritu Santo para actuar conforme a este precepto divino. Sólo en separación de todo lo que desplaza y deshonra a Cristo podemos gozarnos de su dulce presencia y adorarle en espíritu y en verdad. Estar fuera del campamento con Cristo en su rechazo aquí abajo, se corresponde con nuestra porción junto a Él en lo alto. Para entrar de verdad dentro del velo como adoradores, tenemos que salir con Cristo del campamento aquí en la tierra. Éste es un gran principio y muy necesario para guiar al creyente en el día de la ruina y del desorden de la Iglesia.
Salgamos a Él
Deseamos poner de relieve que el acto de salir a Cristo es el lado positivo de esta separación del campamento. Este aspecto debe ser el verdadero motivo y el fin de nuestra separación del campamento. Sólo esto le sostendrá a uno en la senda negativa de separación con sus pruebas y angustias. Cristo, en todas sus bellezas, glorias y suficiencia debe ser la meta del corazón. Debe ser el deseo del alma y el fin personal en razón del cual se hace necesaria nuestra separación de los sistemas que no le dan el lugar que sólo a Él le corresponde. Por eso el escritor de Hebreos presenta, a través de toda la epístola, las glorias y la suficiencia cabal de Cristo y su obra. Entonces, en su último capítulo, el escritor exhorta a los lectores a separarse del campamento del judaísmo.El alma debe anhelar a Cristo y desear andar con él y estar bajo su dirección y bajo el control del Espíritu Santo. De otra manera, la separación resultará insuficiente para seguir a Cristo fuera del campamento. Uno que no hace más que separarse de un sistema religioso por causa de los males que hay en él, bien puede formar otro sistema, o tomar parte en un sistema que tuviera más verdad y santidad; no obstante, éste seguirá siendo un sistema en el cual Cristo no es el centro de reunión. Tampoco será un lugar en el cual se da a Cristo la autoridad suprema mediante la sumisión a la acción no limitada del Espíritu Santo. Por eso el creyente que está en busca de algo mejor todavía pertenece al campamento de la cristiandad, aunque tal vez se encuentre en las afueras de él. Como Moisés, debemos levantar nuestra tienda “lejos del campamento” (Éxodo 33:7; V.M.) y reunirnos completamente en torno a Cristo. Ojalá el lector y el autor de estas líneas lleguen a saber más acerca de este bendito lugar con Cristo fuera del campamento.
R. K. Campbell
Traducido del inglés por Flavio H. Arrué.
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