· ¡Escuche! ¡Dedíquele toda su atención! Tenga paciencia. Pida comprensión. No reaccione con gritos, consternación ni horror cuando su hijo le cuente lo que ocurre en su mundo. Responda con sabiduría apacible y amor compasivo.
· Demuestre su aprecio. Demasiado a menudo me sorprendo a mí misma corrigiendo y recordando, que confirmando y agradeciendo. Pídale a Dios que le muestre diariamente buenas cosas por las cuales dar gracias.
· Provéale información relacionada con el humanismo y la influencia de la Nueva Era en la escuela. Sugiérale algunos buenos libros y artículos que pueda leer. Luego planee un tiempo para analizar la importancia de la relación uno con el otro, tanto como en la familia.
· Si usted no está segura de que su hijo adolescente tiene una relación personal con Cristo, ore diariamente para que se abra a la verdad, contacte a otros cristianos y pida por el momento oportuno cuando usted u otro cristiano pueda guiarle a Cristo.
· Anímelo a leer la Biblia cada día. Él necesita usar la armadura de Dios tanto, si no más que usted, y eso requiere alimentarse regularmente con la verdad.
· Practique el hábito de orar juntos. Cuando diga sus necesidades (con discreción) y pida oración, su hijo va a encontrar mas fácil decir las suyas.
· Sea un amigo a la vez que un padre. Muestre respeto, confianza (donde corresponda) y verdadero aprecio. Por su actitud y sus palabras, asegúrese de que concuerden, usted puede darle una visión de lo que Dios quiere hacer en su vida. Luego camine con él: no adelante, ni empujándolo, ni arrastrándolo, sino a su lado, animándolo con cariño, disfrutando y respaldándolo.
Los niños son un don precioso, una tremenda responsabilidad y su mas grande inversión. Prepararlos para seguir a Dios desafía su fe, demanda su tiempo, consume sus energías, lo fuerza a ir sobre sus rodillas, le muestra la suficiencia de Dios y deleita su corazón. No se de por vencido, «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará» (1 Tesalonicenses 5:24).
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