“Cristo es el todo” (Colosenses 3:11).
Los cristianos tenemos la tendencia de gastar mucho tiempo buscando nuevas experiencias espirituales que nos garanticen, de alguna manera, una victoria permanente o la libertad de los altibajos del diario vivir. Nos apresuramos a asistir a convenciones, conferencias, seminarios y talleres en busca de una elusiva fórmula mágica que suavice las asperezas de la vida.
Folletos satinados nos aseguran que el Dr. Don Fulano de Tal compartirá un nuevo secreto que nos hará avanzar en el Espíritu. O bien algún vecino celoso insiste en arrastrarnos al Auditorio Municipal para oir hablar de un atajo recientemente descubierto que nos llevará a la vida abundante.
Los señuelos son legión. Un predicador ofrece el camino verdadero a la realización. Otro anuncia el secreto triple de la victoria. Hoy asistimos a un seminario para aprender las claves de la vida más profunda. A la semana siguiente hay una convención sobre los cinco pasos fáciles a la santidad. Avanzamos en tropel para un llamado al altar que nos hará experimentar la plenitud del Espíritu. O nos obsesionamos con la sanidad del cuerpo como si ésta fuera la cosa más importante en la vida. En un minuto nos hacemos mar adentro en la llamada psicología cristiana, en el siguiente en la sanidad de los recuerdos. Damos la vuelta por mar y tierra buscando una nueva cima espiritual.
No cabe duda de que muchos de estos predicadores son sinceros y que hay valor en algunas de las cosas que dicen. Pese a todo, tenemos que volver a la esencia de la vida para encontrar que no hay atajos a la santidad, que los problemas están todavía allí y que debemos vivir día a día dependiendo del Señor.
Tarde o temprano debemos aprender que es mejor estar ocupados con el Señor Jesús que con las experiencias. No hay desilusión en Él. Todo lo que necesitamos está en Él. Él es el Todosuficiente.
A. B. Simpson de la Alianza Cristiana pasó la primera parte de su vida en la búsqueda de experiencias, pero en ellas no encontró satisfacción.
Después escribió el hermoso himno titulado “Él Mismo”:
Una vez fue la bendición, ahora es el Señor;
Una vez fue el sentimiento, ahora Su Palabra es;
Una vez Sus dones anhelé, ahora es mío el Dador;
Una vez la sanidad busqué, ahora solamente Él es.
Todo en todos, Jesús, cantaré;
Todo en Jesús y Jesús es todo.
DIA EN DIA
William MacDonald
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