Una de las quejas más oídas hoy en día es que la iglesia ha perdido su conciencia social. A los cristianos evangélicos se les reprocha no ser más activos en movimientos de reforma. Se nos dice que los creyentes deberían estar en el frente de batalla por los derechos civiles, por la integridad política, por el desarme nuclear. Parece que si no estamos peleando fervientemente contra el comunismo o apoyando fanáticamente al candidato derechista, nuestra fe está en deficiencia.
Esta actitud es absolutamente absurda. Es simplemente un recurso satánico para desviarnos de lo que es prioritario a lo que es menos importante. Es el método que tiene el diablo de disminuir a la iglesia al nivel del mundo, y de robarles poder a los creyentes.
La mayor atención que un cristiano puede prestarle a la comunidad es presentar a Cristo como la única esperanza del hombre. No existe sustituto para el nuevo nacimiento. La política, la educación, y las reformas sociales han tomado siglos para probar su escaso poder para cambiar la naturaleza del hombre. ¿Por qué debería el cristiano abandonar el único método que realmente funciona y tomar estos débiles elementos a cambio?
El apóstol Pablo hizo algo mejor que pasar su vida luchando por la abolición de la esclavitud. Él predicó el evangelio puro, a tiempo y fuera de tiempo, y la esclavitud en su momento desapareció grandemente.
Si camináramos en la completa dignidad de nuestro llamado cristiano, estaríamos muy por encima de las miserables políticas de este mundo. Si compartiéramos los pensamientos de Dios concernientes a la misión de la iglesia, nunca nos rebajaríamos a los esfuerzos carnales del hombre en la reforma.
Si apreciáramos el valor y el poder de la Palabra de Dios, nunca la abandonaríamos por un arma menos poderosa.
El propósito de Dios es tomar de los gentiles un pueblo para su Nombre (Hechos 15:14). Tenemos el privilegio de ser parte de este programa. ¿Deberíamos lograrlo haciendo que los gentiles se sientan más cómodos en su inmundicia y corrupción? ¿Debemos dedicarnos a mejorar su suerte durante unos días más en la tierra? ¿O mejor les presentamos a Aquel que murió para librarlos de este mundo malvado (Gálatas 1:4), y salvamos sus almas eternamente?
Los cristianos son extranjeros y peregrinos en este mundo. Están pasando por una tierra extranjera, anhelando su tierra natal. Durante su viaje por el mundo, no adquirirán el carácter del mundo para sí mismos. En lugar de eso, a través de su testimonio, ganarán a otros para Cristo y para la vida eterna.
Los cristianos sí tienen una deuda con la comunidad. Somos deudores a todos los hombres (Romanos 1:14.) Pero el cristiano que mejor paga esa deuda es aquel que pasa su tiempo ganando almas para Cristo. Un creyente salvo, lleno del Espíritu es la mayor bendición que puede tener cualquier comunidad.
William MacDonald
Título del Inglés Original: Seek Ye First
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