sábado, 16 de abril de 2016

La torre de Babel y el concepto de unidad en la cristiandad



Los cuarenta días de comunidad


Hoy estamos viendo en Estados Unidos, referencias positivas a la torre de Babel, lo cual sólo podemos considerar como algo completamente inexplicable. Además, estas referencias no se originaron de una fuente secular luciferina globalista, sino desde el púlpito de una iglesia bautista, supuestamente “conservadora”. Es indudable que desde muchas otras iglesias se han predicado sermones alusivos a la torre de Babel como un ejemplo del juicio de Dios en contra de su rebelión contra él. Sin embargo, los días 30 y 31 de octubre de 2004, el púlpito de la Iglesia Saddleback Community de la Convención Bautista del Sur, en el condado Orange de California, fue aparentemente la primera localización eclesiástica en la historia, desde la cual se presentó la torre de Babel como un ejemplo de lo que podrían lograr los miembros individuales de una iglesia si funcionaban unidos. Además, es muy posible que las 700 iglesias adicionales seleccionadas para introducir los “cuarenta días de comunidad”, también usaron esta promoción positiva de la torre de Babel.

Quien lo hizo fue el doctor Rick Warren, pastor de la iglesia Saddleback Community, mientras se encontraba en medio de su campaña de “cuarenta días de comunidad”, un programa de seis semanas que enfatiza la edificación de una comunidad dentro de la iglesia. A la conclusión de la cuarta semana, el doctor Warren presentó la torre de Babel como un ejemplo. En esencia, relató que Babel era una demostración perfecta de lo que podía lograrse cuando los hombres y las mujeres trabajaban unidos para alcanzar una meta común. Declaró que el personal que construía la torre de Babel lo hizo tan bien como grupo, que Dios tuvo que intervenir para separarlos. El comparar el contexto de los eventos que ocurrieron en la llanura de Sinar hace tanto tiempo, con lo que pueden lograr los “miembros del cuerpo de Cristo” unidos por el vínculo del Espíritu Santo, debería hacer helar la sangre de un verdadero hijo de Dios.

Y yo me pregunto: ¿Cómo pudo el señor Warren violar el contexto de la Escritura hasta el extremo de hacer tal comparación? ¿Acaso no advierte la fuente rebelde de poder que facultó a esos que construían la torre? ¿Es que no comprende el significado histórico y profético que se derivó de los eventos de Babel? ¿Cómo se atreve a rebajar el poder del Espíritu Santo obrando dentro del hijo de Dios, a fin de lograr el propósito divino? ¿Acaso subestima la Escritura que declara que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad del hombre? ¿Por qué un ministro del evangelio de Jesucristo glorifica uno de los ejemplos más reconocidos de rebelión en contra de Dios en toda la historia? ¿Es que existe algo más profundo que se está gestando dentro de este programa de “cuarenta días de comunidad?” ¿Podría ser esta ilustración, una señal de que hay algo más en los “cuarenta días de comunidad” que lo que vemos a simple vista?

Los conceptos básicos de los “cuarenta días de comunidad” de Warren se basan en la formación y funcionamiento de pequeños grupos dentro de la iglesia y el tema de que “es mejor estar unidos”. Mientras que no hay duda que la Palabra de Dios enseña la unidad entre los creyentes, los conceptos y terminología que usó en los “cuarenta días de comunidad” activan varias señales de alarma. No obstante, estas señales de alarma, se convierten más en el toque estridente de sirenas, cuando uno recuerda la forma de pensar en grupo de las sectas paganas ocultistas y las religiones que se originaron en la torre de Babel.

El historiador judío Flavio Josefo, escribió sobre la torre de Babel desde una perspectiva única. Josefo declaró que después del diluvio, Dios le ordenó a la raza humana que se dispersara por todo el planeta y poblara el globo por entero. En lugar de obedecer la orden de Dios, la humanidad siguió el liderazgo de Nimrod. Nimrod y sus seguidores sabían que estaban en rebelión abierta a los mandamientos de Dios, pero optaron por edificar una torre cuya cúspide llegara al cielo, buscando un camino de escape en contra de la ira de Dios, en caso de que enviara otro diluvio. Todos trabajaron unidos para asegurar la supervivencia de las especies. Funcionaron juntos a fin de preservar el grupo.

Una vez Dios dispersó a estos hombres sobre la faz del planeta, y a partir de este punto de la historia, ésta filosofía de pensar en grupo impregnó el intelecto ocultista. Puede verse a lo largo de la historia y en el pensamiento moderno y neo pagano de la filosofía de la “Nueva Era”. Las filosofías del pensamiento en grupo se perciben con facilidad en los modernos escritos teosóficos de las religiones que se basan en la naturaleza, en las religiones orientales, la adoración de la diosa, las organizaciones luciferinas, y ahora, gracias al doctor Warren, en la iglesia evangélica.

M.D.

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