"Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse." (Éxodo 32: 1-6).
El acto del pueblo no es menos que una abierta apostasía. Sus rasgos generales pueden ser indicados brevemente.
- Primero, ellos olvidaron y abandonaron a Jehová.
- En segundo lugar, atribuyeron su liberación de Egipto a Moisés: le describieron como "el varón que nos sacó de la tierra de Egipto." (Éxodo 32:1).
- Finalmente, cayeron en idolatría. Deseaban dioses visibles —testificando contra ellos mismos de que eran "hijos en los cuales no hay fidelidad." (Deuteronomio 32:20 – LBLA).
Aarón cayó con ellos —aparentemente sin problema. El hombre que había sido designado al cargo sacerdotal, aquel que iba a disfrutar del privilegio de entrar en el lugar santísimo a ministrar delante de Jehová, se convirtió en el instrumento, si acaso no el líder, de la impía rebelión de ellos. Sacerdote y pueblo aceptaron por igual la malvada inspiración de Satanás, y adoraron los dioses que habían hecho sus propias manos; y clamaban, mientras adoraban, "Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto." (Éxodo 32:4 – LBLA). Se debe comentar otra cosa: Aarón procura ocultar la vergüenza de la idolatría de ellos poniendo al ídolo el nombre de Jehová. Habiendo edificado un altar, pregonó, y dijo, "Mañana será fiesta para JEHOVÁ." (Éxodo 32:5). Esto es exactamente lo que una Cristiandad apóstata ha hecho. Habiendo erigido sus ídolos, a esto lo denominan la adoración del Señor; y mediante ello, las almas son seducidas a aceptar lo que es realmente una abominación delante de Dios. ¿Qué era este becerro de oro? Aarón habría dicho que era nada más que un símbolo de Jehová. Así lo hacen los Católicos Romanos y los Ritualistas, y dignifican así su idolatría con el nombre de Cristo y de la Cristiandad. Por tanto, esta escena —que podría ser, por una parte, un retrato del postrer estado de los Judíos, que será peor que el primero, por la otra, no es menos instructiva para el día actual. De hecho, Israel rechazó a Jehová, y a Su siervo Moisés. Se hicieron apóstatas, y la apostasía en la única palabra que expresa la verdadera condición de la Cristiandad moderna, la cual, si bien reconoce el nombre, rechaza realmente la autoridad de Cristo a la diestra de Dios.
No es de extrañar que el furor de Jehová se encendiera contra el pueblo.
Edward Dennett
Traducido del Inglés por: B.R.C.O.
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