Para inspirar una explosión de la conciencia, algunos líderes de la Nueva Era están dispuestos a ganar una masa crítica de mentes. Los serán el objetivo principal de los esfuerzos misioneros y las escuelas el gran campo de batalla. William Bennett expone esta siniestra mezcla de programas de las escuelas publicas, espiritualidad de la Nueva Era y sueños cósmicos:
Otro legado de la Era de Acuario que ha sido incluido en demasiados currículos de nuestros estudios sociales es un prejuicio irracional perturbador. Guías curriculares para[. . .} educación global están llenas con llamados a una «conciencia elevada», para que estudiantes y profesares se vean a ellos mismos «como pasajeros de una pequeña nave cósmica», para que las actividades en la sala de clases comprendan «intuición», «imaginación», a «visión» de un <futuro mejorado».
Dos proponentes de tal currículo han hecho una ingenua advertencia: «Estos ejercicios pueden parecer peligrosos a sus patrones de pensamiento lógico. Para conseguir mejores resultados, suspenda sus habilidades de juzgar y prepárese a aceptar ideas que parecen tontas y/o poco prácticas». Bien, si vamos a renunciar a un juicio crítico, mejor renunciemos enteramente al juego de la educación.
Mientras que «conciencia elevada» y «visionario» suenan demasiado místicos para admitirse en muchas escuelas, no ocurre lo mismo con una nueva forma de educación religiosa. Al enseñar las más importantes religiones como el budismo, el hinduismo, el islamismo y el cristianismo, el plan enfatiza las «verdades» universales y los valores históricos de cada una. Esto parece justo e inocuo, hasta que recordamos que el globalismo de la Nueva Era llama a una religión universal, una unión persuasiva de todos los supuestos caminos a la vida eterna. Toda vez que el cristianismo bíblico no llena este requisito, algunos de estos cursos han llegado a ser, en manos de profesores «progresistas», una plataforma para criticar a la exclusividad cristiana y promover la meditación oriental.
En 1988, hablando a varios de los líderes religiosos y políticos mundiales, Robert Runcie, el arzobispo de Canterbury, enunció esta fórmula de la Nueva Era para una unidad espiritual en una comunidad global. Nótese la apologética y comprometida versión del «Cristianismo»:
Detrás [de este resurgimiento de religiones} yace un creciente pesimismo acerca del futuro de la humanidad, y un anhelo insatisfecho par vías alternativas para la salvación[ . .}
Todos los siglos en que el Espíritu Santo ha venido trabajando con los cristianos, también ha debido estar trabajando con los hindúes, los budistas, Los musulmanes, y todos Los demás[. . .} Esto debería significar que habría que renunciar a algunas demandas de exclusividad de la Iglesia.
En abril de 1988, representantes del cristianismo, del budismo, del hinduismo y del judaísmo se reunieron con líderes políticos de mas de cuarenta naciones para «solucionar» los problemas del mundo. Esta Conferencia Global referente a la sobrevivencia humana de lideres espirituales y parlamentarios fue patrocinada por el Templo del Entendimiento. Fundado con el respaldo de dignatarios tales como el de Dalai Lama, primer ministro de la India, Nehru, Eleanor Roosevelt, los papas Juan XXIII y Pablo VI, el Templo ha llegado a ser un «semillero de diálogo internacional y completa promoción del misticismo oriental». Entre sus recientes invitados a hablar están los partidarios de la Nueva Era como Donald Keys, David Spangler y Benjamín Creme, quien continua anunciando la venida del Señor Maitreya, «el Cristo».
Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos (Mateo 24.24).
Berit Kjos.
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