La película épica Guerra de las Galaxias puso a los Estados Unidos en contacto con «la fuerza». Su estremecedora lucha cósmica por el poder hipnotizó a millones, inspirando sueños de conectarse con el mismo sistema de poder. Pocos se tomaron la molestia de examinar la fuente de esa «fuerza».
Las llamativas imágenes y visiones de películas contemporáneas bombardean a nuestros niños, haciéndoles dudar de Dios y buscar «mejores» caminos para encontrar el poder de la vida. Muchos jóvenes crean un mundo imaginario que parece mas real y excitante que la verdadera realidad. Listos para creer que para el hombre nada es imposible, los espectadores se agarran de ilusorios sueños de conquistas espaciales, viajes por el tiempo, promiscuidad sin consecuencias y conexiones con seres superiores.
En El imperio contraataca, Yoda emplea el «lado bueno» de la fuerza para levantar del pantano la nave de Luke Skywalker, mostrando a su hechizada audiencia que un hombre puede llevar a cabo cualquiera cosa que quiera mediante la fe en el «dios de las fuerzas» (Daniel 11.38).
La mentalidad y visión global de la gente de hoy está formada mas por fantasía y actitudes de películas y televisión, que por valores religiosos y tradición cultural. El surgimiento y desarrollo del llamado «Movimiento de la Nueva Era» es una evidencia de esta realidad (Spiritual Counterfeits Project, Berkeley, California).
Las fantasías y valores que enseñan las películas no responden a la verdad y a la realidad pero se aceptan no sobre la base de la razón, sino porque excitan las emociones, desafían la imaginación, halagan la naturaleza humana, y manipulan las mentes.
Berit Kjos
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