Llamamiento a la separación
Aunque no somos llamados a corregir la confusión en el testimonio cristiano, algo que sí podemos hacer es corregirnos a nosotros mismos en relación con dicha confusión. El apóstol Pablo describe la defección del testimonio cristiano como algo tan conducente a la confusión que sólo el Señor podría distinguir entre quien era real y quien no (2 Ti. 2:15-19). Luego prosigue diciendo que nuestra responsabilidad en toda esta cuestión es apartarnos de aquello que sabemos que es malo e inconsecuente con la Escritura, diciendo: «Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo».
Para ilustrar este tema tan importante, emplea el apóstol la figura de «una casa grande» para describir la confusa situación de la Cristiandad. En la casa había una mezcla de vasos de «oro y de plata» (verdaderos creyentes) y de «madera y de barro» (falsos profesantes). Algunos de esos eran «para usos honrosos» y algunos eran «para usos viles». Si un cristiano ha de ser un vaso «santificado» y «para honra», y dispuesto para toda buena obra a la que el Señor le pueda llamar, ha de pasar por el ejercicio de limpiarse separándose de los vasos entremezclados en la situación de confusión. «Si pues se purificare alguno de éstos, será un vaso para honra, santificado, útil al dueño, y preparado para toda obra buena» (2 Ti. 2:20-21, V.M.). El llamamiento del Señor a cada cristiano que se encuentra sumido en la confusión de la «casa grande» es a separarse de tal confusión. Aunque no podemos abandonar la «casa grande» (porque eso significaría abandonar totalmente la profesión de cristianismo), podemos y debemos separarnos del desorden en la casa. Véase también Segunda Corintios 6:14-18; Segunda Timoteo 3:5; Romanos 16:17; Apocalipsis 18:4.
Bruce Anstey
Traducción: © Copyright Santiago Escuain 1998
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