viernes, 13 de noviembre de 2015

No somos llamados a restaurar la ruina del testimonio cristiano




Muchos creyentes rectos y preocupados han preguntado: «¿Qué puedo hacer para ayudar a restaurar las cosas en el testimonio cristiano? ¿Quizá debería presentar esas cosas a mi Pastor para que podamos tener una iglesia más escrituraria?» Para la respuesta a esas cuestiones debemos volver de nuevo a la Palabra de Dios. Las Escrituras indican que la condición caída del testimonio cristiano no será restaurada, sino que será juzgada por Dios. En Romanos 11 el apóstol Pablo se refiere al olivo cuyas ramas fueron «desgajadas», ilustrando de manera figurada cómo Israel iba a ser echado a un lado nacionalmente del puesto de privilegio que ocupaban delante de Dios. Esto tuvo lugar porque rehusaron todo testimonio de Dios en Cristo y al Espíritu Santo. El apóstol se refiere luego a las ramas de un olivo silvestre injertadas en la raíz del olivo. Luego usa eso para ilustrar cómo Dios iba a introducir a los gentiles a una posición de bendición mediante el evangelio. Los que profesan el Nombre de Cristo están ahora en este puesto de privilegio y asociación con Él. Éste es el puesto que ocupa la Cristiandad por la gracia de Dios. Pero el apóstol advirtió que si la Cristiandad (las ramas del olivo silvestre) no permanecía en la bondad de Dios, sería cortada de este puesto de privilegio. Como hemos visto, la Cristiandad ha fracasado en todos los aspectos de su responsabilidad, y espera el juicio, lo cual sucederá después que el Señor llame a los verdaderos creyentes fuera de todo ello en Su venida (el arrebatamiento). Así, vemos que el fin de la Cristiandad es el juicio, no la restauración. Un tipo de esto en la Escritura es que Vastí (la reina gentil —la Cristiandad) es echada a un lado, mientras que Ester (la judía) es introducida para tomar su lugar (Est. 12).

Las cartas del Señor a las siete iglesias en Asia dan proféticamente las etapas sucesivas de decadencia por las que iba a pasar la iglesia profesante. En ninguna parte de esas cartas indica el Señor que el testimonio cristiano fuese a ser restaurado, sino más bien que sería escupido de Su boca al final (Ap. 3:16). Tampoco hay ninguna insinuación en ninguna de las epístolas que habría ninguna restauración del testimonio cristiano.

Más aun, en Mateo 13:28-30 tenemos la propia palabra del Señor de que deberíamos desistir de tratar de remediar la condición caída del testimonio cristiano. Cuando el enemigo hubo sembrado cizaña entre el trigo, los siervos del padre de familia le dijeron: «¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?» Preguntaron si debían tratar de remediar la situación; pero el padre de familia respondió: «No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntas las dos cosas hasta la siega.» La «siega» es el fin del siglo (Mt. 13:39). Está claro, entonces, que no somos llamados a corregir los errores de la Cristiandad, sino a dejarlo todo para la venida del Señor. Comparar también con Segunda Crónicas 11:1-4. Ahora bien, si Dios dice que el testimonio cristiano no será restaurado, entonces será una tarea estéril por nuestra parte tratar de remediar la confusión. ¿Nos pediría Él que hiciésemos algo que Su Palabra nos dice que no se puede hacer? Al contrario, el Señor ha dicho: «No os impongo otra carga; no obstante, lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga» (Ap. 2:24-25).

Bruce Anstey

Traducción: © Copyright Santiago Escuain 1998
© Copyright SEDIN 2006 para esta presentación electrónica, www.sedin.org. Este texto se puede reproducir libremente para fines no comerciales y citando la procedencia y dirección de SEDIN, así como esta nota en su integridad.

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