Las cartas del Señor a las siete iglesias en Asia dan proféticamente las etapas sucesivas de decadencia por las que iba a pasar la iglesia profesante. En ninguna parte de esas cartas indica el Señor que el testimonio cristiano fuese a ser restaurado, sino más bien que sería escupido de Su boca al final (Ap. 3:16). Tampoco hay ninguna insinuación en ninguna de las epístolas que habría ninguna restauración del testimonio cristiano.
Más aun, en Mateo 13:28-30 tenemos la propia palabra del Señor de que deberíamos desistir de tratar de remediar la condición caída del testimonio cristiano. Cuando el enemigo hubo sembrado cizaña entre el trigo, los siervos del padre de familia le dijeron: «¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?» Preguntaron si debían tratar de remediar la situación; pero el padre de familia respondió: «No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntas las dos cosas hasta la siega.» La «siega» es el fin del siglo (Mt. 13:39). Está claro, entonces, que no somos llamados a corregir los errores de la Cristiandad, sino a dejarlo todo para la venida del Señor. Comparar también con Segunda Crónicas 11:1-4. Ahora bien, si Dios dice que el testimonio cristiano no será restaurado, entonces será una tarea estéril por nuestra parte tratar de remediar la confusión. ¿Nos pediría Él que hiciésemos algo que Su Palabra nos dice que no se puede hacer? Al contrario, el Señor ha dicho: «No os impongo otra carga; no obstante, lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga» (Ap. 2:24-25).
Bruce Anstey
Traducción: © Copyright Santiago Escuain 1998
© Copyright SEDIN 2006 para esta presentación electrónica, www.sedin.org. Este texto se puede reproducir libremente para fines no comerciales y citando la procedencia y dirección de SEDIN, así como esta nota en su integridad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario