sábado, 21 de mayo de 2016

La sobriedad, la justicia y la piedad



Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie. 

Tito 2:11-15


El "mundo" o "edad" presente está siguiendo aún su curso degradado e inestable, y este no será alterado hasta la aparición de la gloria. Hoy en día, Dios altera el carácter completo de aquellos a quienes Él salva por gracia, para que ellos puedan proseguir su curso a través de la edad inalterada sobre principios totalmente nuevos; los de la sobriedad, la justicia y la piedad.

"Sobriamente." Esta palabra ocurre cinco veces en la 'Authorized Version" (en Inglés) de la epístola a Tito. En una ocasión es la traducción de una palabra que significa "vigilante" o "alerta" (Tito 2:2). Las otras veces, la palabra usada denota temperancia, prudencia, y fuerza de pensamiento general. La palabra "sana" ocurre también cinco veces, y es la traducción de una palabra que tiene el sentido de "saludable", la cual hemos importado a nuestra propia lengua (el Inglés) como "higiénico." La epístola a Tito bien puede ser llamada la epístola de la higiene espiritual y la sobriedad.

La fuerza de la palabra "sobriamente" se vuelve sobre uno mismo. No define tanto la actitud que uno tiene hacia Dios o hacia el vecino de uno, como el propio equilibrio mental personal de uno. Un hombre sobrio es uno que ha aprendido su propia insignificancia en la presencia de Dios. Es uno al que se le ha hecho bajar de todos esos altos y sublimes pensamientos del 'yo' que yacen en el corazón de todo hijo de Adán caído, y, por consiguiente, él ve a Dios en Su luz verdadera. Siendo esto así, él ha aprendido a estimarse a sí mismo y a las personas y a las cosas en algo de su valor real, y no a lo impuesto mediante meras apariencias. Esto le imparte una solidez y peso, exactamente lo opuesto a la inconstancia, la inestabilidad y la frivolidad que son tan naturales en todos nosotros. Vivamos así en la luz de las cosas eternas para que no malgastemos nuestras vidas mediante las frivolidades de la hora en que vivimos.

"Justamente." (Tito 2:12). Un hombre justo es uno que rinde (o da) lo que es correcto a todos los que están fuera de él mismo; a Dios primeramente y por sobre todo. Cuando el Señor Jesús dijo, "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios." (Mateo 22:21), Él estaba predicando justicia práctica.

A los hombres del mundo no les importa las demandas de Dios, pero examinan profundamente al Cristiano para ver su él actúa justamente para con sus semejantes. De ahí que la acción justa de nuestra parte sea de la mayor importancia, ya que una caída destruye aquí mucho bien, y una onza (aprox. 30 gramos) de injusticia práctica pesará más que una tonelada de elocuente predicación. ¿Estamos débiles en cuanto a este punto?

A menos que caminemos con Dios en oración, nosotros podemos fácilmente, y casi insensiblemente, ser infectados con el espíritu de la época actual. Hay un gran clamor por los derechos propios de cada uno con una determinación de eludir la responsabilidad todo cuanto sea posible. Todo el furor está en obtener lo máximo posible a cambio de lo mínimo posible. Por lo tanto, Cristianos ¡tengan cuidado! La gracia nos enseña a vivir justamente.

Ella enseña al Cristiano a pagar plena y adecuadamente a aquellos que él emplea. Enseña al hombre de negocios a dar una medida llena, y a evitar cualquier truco mediante el cual se pueda lograr una ganancia ilícita. Enseña al hombre trabajador a entregar un trabajo constante y honesto, tan a conciencia cuando no es supervisado como cuando está bajo supervisión. Y si alguno tiene un amo, o patrón, creyente, o por el contrario un empleado creyente, no se debe sacar ventaja de aquel hecho, tal como 1 Timoteo 6:2 muestra.

"Piadosamente".
(Tito 2:12). La orientación de esta palabra es claramente con respecto a Dios. Nuestro quehacer es adornar la doctrina de Dios nuestro Salvador en todas las cosas. (Tito 2:10). La doctrina es hermosa en sí misma, y, no obstante, puede ser realmente adornada por nosotros; ¿y qué hará esto de forma más efectiva que la exhibición de Su carácter en los que la profesan? Podemos afirmar con seguridad que nada lo hará.

Si las palabras el Apóstol a través de Tito tuvieron su efecto correcto, y se halló en medio de los mentirosos, las malas bestias y los glotones ociosos de Creta, un pueblo que estaba visiblemente purificados para Dios para Su posesión especial, caracterizado por estas tres cosas (sobriedad, justicia, piedad), y celosos de buenas obras, ¡qué efecto debe haber sido producido para la gloria de Dios!

No menos efecto se produciría sobre los hombres de esta época, si estas excelentes cosas que están de acuerdo con la sana doctrina, o convienen a ella, fuesen promovidas más plenamente entre nosotros, y fuesen mostradas para ser vistas por todos.



F. B. Hole

Traducido del Inglés por: B. R. C. O. - Noviembre 2010.-

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