A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.
Judas 22-23
Esta parte de la epístola es muy interesante porque nos enseña cómo debemos conducirnos hoy en día frente a los falsos maestros y sus seguidores.
La clasificación en tres categorías quedaría de la siguiente manera:
1) A algunos que dudan, convencedlos.
2) A otros salvad, arrebatándolos del fuego.
3) De otros tened compasión.
Aun en medio de tanta maldad, los cristianos deben procurar aplicar el remedio necesario para recuperar a los que se han desviado. Cada caso presenta un desafío particular. La forma de tratar con cada uno de ellos debe estar guiado por el pensamiento y la sabiduría del Espíritu Santo. Podemos contar con Su ayuda, en medio de las variadas circunstancias, para poder actuar según la voluntad de Dios. No debemos desestimar la importancia que tiene la prueba a la que es sometida nuestra capacidad espiritual ante la manifestación del mal. Dios desea que actuemos como hábiles sacerdotes, llenos de gracia, y no con normas legales y decretos penales. En este campo de acción se necesitan personas espirituales. La complejidad que tienen algunas situaciones hace que sólo podamos pasar por la prueba estando cerca de Cristo. Algunas veces podemos encontrarnos con hombres llenos de su propia voluntad y que caminan por un camino totalmente equivocado; otras veces se trata de imprudentes o incautos de quienes tenemos que tener compasión y piedad. Debemos tratar de recuperar a aquellos que han caído en una trampa. Debemos hacer el máximo esfuerzo para ganarlos y traerlos de regreso. Este fue el deseo de Dios en relación con su desviado pueblo terrenal, Israel. Leamos Amós 4:11 o Zacarías 3:2. ¿Acaso esto no debería caracterizar también a los santos de nuestros días?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario