«La Reforma fue el resultado de una obra bendita operada por el Espíritu de Dios; pero el Protestantismo, en todas sus ramas y denominaciones, es lo que el hombre ha hecho de la Reforma. En el Protestantismo, la organización humana ha desplazado a la obra viva del Espíritu, y la forma de la piedad ha desplazado al poder de la fe individual. Ninguna denominación, como quiera que se llame, puede ser considerada como la Iglesia de Dios o como el remanente cristiano. Es de suprema importancia moral ver esto. La iglesia profesante ha fracasado por completo; su unidad corporativa y visible se ha desintegrado de forma irremediable, tal como lo vemos en la historia de Israel. Pero el remanente cristiano está integrado por todos aquellos que sienten y reconocen de todo corazón la ruina, que son gobernados por la Palabra de Dios y conducidos por el Espíritu en separación del mal para esperar a su Señor.»
C.H.M.
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