Un artículo escrito por Chuck Fromm, el editor de Worship Leader Magazine, en su edición de febrero de 2005, titulado «El impacto de las imágenes», provee interesante información de trasfondo con relación al significado de las imágenes para nuestra generación presente. Dice:«Nosotros ahora estamos viviendo en un mundo ‘posterior a la Pasión de Cristo’. El éxito extraordinario de la película de Mel Gibson que marcó un acontecimiento histórico, y la controversia que la rodeó, hace hincapié en términos claros, en la forma cómo moldean las imágenes nuestra conciencia cultural. La implicación para la iglesia y su servicio de adoración, ha sido tanto profunda como ambigua».
Mientras las imágenes vívidas de Mel Gibson bien pudieron tener efectos en las emociones, yo me pregunto: «¿Hasta qué punto es efectivo ver descripciones gráficas e imágenes en el cambio del corazón humano?» Además, mientras la Iglesia Emergente y muchos autores cristianos promueven el punto de vista de que los encuentros místicos y el involucramiento de los sentidos son una herramienta más efectiva para el evangelismo, la Escritura no lo respalda, sin embargo estas ideas podemos encontrarlas en la tradición de la iglesia, tal como declara Fromm en su artículo: «En muchas formas, la iglesia está buscando un camino de regreso a sus tradiciones más antiguas y más sagradas: esas en las cuales están completamente involucrados todos los sentidos en el acto de
adoración, desde el incienso y campanas, hasta los iconos y las vestiduras».
Aparentemente, la justificación para el retorno a estas “prácticas tradicionales antiguas” se basa en la idea de que nuestra generación actual está en busca de tales experiencias. Fromm declara: «El poder de la palabra predicada se aumenta y ocasionalmente es sobrepasado por el impacto de lo visual. La primacía de la música es una expresión esencial de adoración que está siendo puesta en tela de juicio por congregaciones que anhelan formas más directas de involucramiento».
Cuán trágico es que la Biblia esté siendo reemplazada por una espiritualidad sensual, lo cual significa que millones de almas perdidas no tendrán la oportunidad de escuchar la Palabra de Dios aunque piensen que están recibiendo la verdad porque se sienten bien.
Sin escuchar la Palabra de Dios es imposible tener fe:
“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”(Ro. 10:13-17).
Roger Oakland
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