El relajamiento general, la flaqueza espiritual y la conformidad al mundo que nos van invadiendo cada día más, abrieron la puerta a los reiterados ataques del adversario contra el testimonio que el Señor nos llamó a dar de las verdades depositadas en la Iglesia en los últimos tiempos… ¡Hermanos, estemos alerta y velemos! Qué nuestros lomos estén ceñidos y nuestras lámparas encendidas; seamos "semejantes a hombres que aguardan a que su Señor regrese." (Lucas 12: 35-36). Vistámonos de toda la armadura de Dios, para que podamos "estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Efesios 6:11). A la víspera del momento en el cual veremos faz a faz nuestro adorable Señor y Salvador, escuchemos Su voz consoladora que nos declara:
"Vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona."
(Apocalipsis 3:11)
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