«El Papa Vitaliano es tildado de haber introducido por vez primera el órgano en algunas de la iglesias de la Europa occidental, alrededor del año 670; pero el primer relato más digno de fe es aquel que se refiere al regalo de un órgano enviado por Constantino Coprónimo, emperador griego, a Pepino, rey de los francos en el año 775» (Vol. XII, pág 688). La Enciclopedia Americana (The American Cyclopedia)
El profesor Juan Girardeau, un miembro de la Iglesia Presbiteriana, en su libro «Música en la Iglesia» (Music in the Church), señala:
«Apelando a los hechos históricos, se ha comprobado que la Iglesia, a pesar de deslizarse cada vez más y más lejos de la verdad y caer en corrupción de la práctica apostólica, no tuvo música instrumental en un período de 1200 años (J. Girardeau quiere decir que su uso no llegó a ser general durante este lapso), y que la Iglesia Reformada Calvinista rechazó su uso en los cultos por ser un elemento del papismo, y también la Iglesia de Inglaterra ha llegado muy cerca de su apartamiento en sus cultos de adoración. El argumento histórico, por esta razón, se une al escriturario...para alzar un solemne y poderoso repudio a su empleo en la Iglesia Presbiteriana. Usarla en la esfera de la adoración es una herejía», pág. 179.
Juan Wesley, el más conocido de los ministros metodistas, se oponía al uso de los instrumentos en la iglesia...
Juan Calvino, el gran reformador, en su comentario al Salmo 33, dice:
«Los instrumentos musicales para solemnizar las alabanzas de Dios no serían más apropiados que la quema de incienso, el uso de luces y velas, y la restauración de otras sombras de la ley».
Carlos Haddon Spurgeon, el célebre ministro bautista del Tabernáculo Metropolitano de Londres, no utilizaba instrumentos musicales en sus cultos. (Véase «Música Instrumental en la Iglesia», por Girardeau, pág. 176).
Alejandro Campbell (1788-1866), fundador de los Discípulos de Cristo, rechazó firmemente el uso de los instrumentos musicales en la Iglesia. (Véase Kurfees, pág. 210). Un año después de haber fallecido Campbell, uno de sus más conocidos seguidores, el Dr. H. Christopher, lanzó un conmovido llamamiento contra el uso de los instrumentos musicales en las iglesias. He aquí parte de lo que dijo:
«Por tales razones, no puedo encontrar ante mí un solo hecho, argumento, razón o alegato que pudiera sernos de justificación para que utilicemos instrumentos musicales en la adoración de la Iglesia... Es una innovación de la práctica apostólica... Aprendamos de las experiencias de otros y contentémonos con aquello que Dios ha ordenado, y dejemos que la música instrumental y todas sus concomitancias permanezcan allá donde nacieron, o sea entre las corrupciones de la iglesia apóstata» («The Lord's Quarterly», octubre de 1867, págs. 365-368).
A la vista de todas las pruebas que acabamos de citar relativas a la ausencia de música en los primeros setecientos años de la historia de la Iglesia; a la vista de la turbulenta oposición encontrada durante los siguientes setecientos años; y a la vista de la piadosa oposición a su uso que existió hasta mediados del siglo XIX, ¿acaso no podemos justamente llegar a la conclusión de que la historia de la Iglesia de Dios sobre la tierra se ha manifestado de modo incontrovertible contra la introducción de los instrumentos musicales en la adoración y el testimonio de la Iglesia?
C. H. Brown
Tratado completo en:
http://www.revistafe.org/Musica%20instrumental.htm
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