lunes, 14 de diciembre de 2015

¿Cómo influye la televisión a nuestros niños?




Da una imagen distorsionada del mundo 

Ya que los niños dependen fuertemente de la televisión para ir llenando los vados en su experiencia, tienden a aceptar todo lo que se les dice. Mientras mas pequeño es el niño, menos elementos tiene a mana para evaluar lo que ve y oye. Por lo tanto, las imágenes presentadas en la pantalla le ayudan a formar su percepción de su mundo.
«Los niños menores de siete años entienden muy poco de la trama», dice Charles Atkins, profesor de Telecomunicacio­nes en la Universidad del Estado de Michigan. «Se identifican estrechamente con los personajes... y les gusta verlos haciendo cosas, aun cuando no entiendan la totalidad de lo que ven». En otras palabras, un niño puede ver en la primera escena a un ladrón que irrumpe en una casa, y no relacionar este crimen con el encarcelamiento que se vera veinticinco minutos después.


Moldea relaciones perjudiciales

Los programas de televisión muestran a los adolescentes cómo relacionarse con el sexo opuesto y producir un consenso depravado en la cultura de su semejante. La promiscuidad sexual llega a ser una parte normal de la vida.

Moldea una conducta violenta 

«Estudios han relaciona­do la violencia en la televisión con la conducta agresiva de niños y adolescentes», dice el pediatra Victor Straburger, un asesor del Subcomité para niños y la televisión de la Academia de Pediatras de los Estados Unidos. «Uno no puede decir con seguridad que un niño iniciara un incendio después de ver un drama acerca de un pirómano, pero la conexión aparece cons­tantemente a través de toda clase de estudios».

«Para cuando un Nina se gradué de la secundaria, habrá visto en la televisión 18,000 asesinatos».14 Al mirar durante horas «violencia imaginaria» sin dolor, los niños aprenden a ver la violencia como una forma normal y aceptable de expresar rabia y de pro ceder ante los conflictos.

Produce miedo

Según la «Fundación para el Desarrollo del Niño», niños que son altamente asiduos a ver televisión son dos veces más propensos a «asustarse a menudo».16 ¡No se extrañe! Mientras en la televisión la violencia parece excitante, al mismo tiempo está presentando un aterrorizador cuadro del mundo en el que vivimos. Los niños almacenan en sus mentes imágenes vividas de perspectivas horrendas. Las familias pa­gan un alto precio por divertirse con el mal.

Nublan el discernimiento de lo bueno y lo malo 

Las actitudes bíblicas de confianza, obediencia y entrega cho­can con un mundo donde reina el yo y los valores se han vuelto cabeza abajo. Vez tras vez la televisión presenta un siniestro mensaje invertido: Lo bueno es malo, y lo malo es bueno. En el mensaje del evangelio, confesar los pecados trae limpieza y la cruz nos hace libres. Pero la Nueva Era rechaza el pecado y la cruz como algo inservible y negativo para un nuevo y progresivo sistema mundial.

Oprah Winfrey ilustró este juego de antagonismos en fe­brero de 1988 cuando invitó a una dispar pareja: el doctor Aquino, un sumo sacerdote en el templo satánico de Seth, y a Johanna Michaelson, autora del libro The Beautiful side of Evil [El lado hermoso del mal]. Cuando el programa iba por la mitad, Oprah se volvió a Johanna, y le dijo: «El doctor Aquino nos ha dicho que el satanismo que él representa es bueno, no malo. ¿Es posible?»

«Sí, puede serlo», contestó Johanna, «si usted viene de una estructura de pensamiento donde lo izquierdo es derecho lo malo es bueno, lo negro es blanco, lo de adentro es afuera, y lo de abajo es arriba, lo cual es la base del satanismo. Todo está al revés. Así para él, el satanismo es bueno y todo lo demás es malo. Esta es su perspectiva; sin embargo, está errado».

Dios nos advierte acerca de esta clase de ficción manipula­dora:

«¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes del ante de sí mismos!» (Isaías 5.20-21).

Berit Kjos

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