domingo, 27 de diciembre de 2015

La relación actual de Cristo con el mundo debe ser también la nuestra



EL MUNDO ES UN ORDEN DE COSAS COMPLETO

¿Puede haber sistema más admirable y completo? Nada deja de lado. La satisfacción y el pretendido gozo que contiene son suficientes para que aquella gran multitud movediza de la humanidad se halle siempre en actividad y goce de un relativo contentamiento. Los corazones se aprestan siempre a buscar lo que les pueda satisfacer, los espíritus se hallan atareados; si alguna cosa viene a faltar, inmediatamente se recurre a otra. La aflicción y aun la muerte no se dejan de lado en la organización del sistema de este mundo; se provee a los funerales, a los vestidos de luto, se hacen las visitas de pésame, se dispensan palabras de simpatía, nada se olvida; de tal manera que, en poco tiempo, el mundo es capaz de elevarse por encima de sus duelos, y de volver de nuevo a su acostumbrada esfera de ocupación.

Pero hoy día, por la gracia de Dios, algunos muy pocos por cierto de los que están en el mundo, han comprendido que cuanto hay en él, negocios, política, educación, gobierno, ciencias, invenciones, ferrocarriles, telégrafos, organizaciones sociales, instituciones de beneficencia, reformas, religión, etc., son parte integrante del sistema de este mundo, de un sistema que va completándose cada día. Lo que se llama progreso del siglo no es otra cosa sino el desenvolvimiento de aquel elemento mundano.

Ahora bien, la relación actual de Cristo con semejante mundo debe ser también la nuestra. La posición que Cristo ocupa en el cielo, y la que no ocupa en la tierra nos indican, suficientemente, cuál debe ser la nuestra.

J. N. Darby

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