Los nombres de los cuatro hombres eran Darby, Cronin, Bellett y Hutchinson. Ellos tuvieron su primera reunión en la casa del último nombrado en Fitzwilliam Square, Dublín. Otros pronto se agregaron a ellos, y al final de 1829 o a comienzos de 1830, ellos arrendaron un salón de subasta en Aungier Street. Lord Congleton (entonces, J. Parnell) estaba en ese tiempo entre ellos. Ellos estaban profundamente conscientes de la aprobación del Señor, y fueron ricamente bendecidos. Ellos no sólo celebraron la Cena del Señor, sino que se reunieron para leer las Escrituras, confiando plenamente en la presencia del Espíritu Santo para guiarlos y enseñarles.
En estas reuniones ellos simplemente se reunieron como hermanos, sin pastor, anciano oficial, o director humano, sino de acuerdo a la palabra del Señor, “uno es vuestro Maestro (Instructor) y todos vosotros sois hermanos”. Al comienzo parece que no todos estaban claros en cuanto a la importancia de este principio, pero la experiencia les enseñó que mientras más confiaban en el Espíritu Santo más grande era su libertad y bendición. Esta pequeña compañía abandonó toda forma de organización humana. Al pensamiento humano esto parecía inoperante, y realmente esto es sólo posible donde la autoridad del Señor y el poder del Espíritu son reconocidos y hay sometimiento a ellos. Los dones del Espíritu Santo, sin embargo, ellos los reconocían plenamente, y dejaron lugar para maestros y evangelistas cuyos dones eran evidentes, no por ordenación, sino por el don del Espíritu. Como esto obraba al principio en la iglesia se ve por 1ª Co.14. Una asombrosa suma y variedad de dones se manifestaron entre ellos a medida que su número crecía. Por medio de lecturas, una rica siega de sana enseñanza, fue sacada del estudio de la palabra de Dios, y se extendió a través de toda la cristiandad. Miles de cristianos que nunca se unieron a los “Hermanos” [1] como ellos son llamados, se beneficiaron de su enseñanza.
Otra característica importante con ellos fue su obediencia a las Santas Escrituras. Como uno de ellos ha escrito. «Todas las declaraciones de verdad deben ser inferiores a las Escrituras, aun cuando son sacadas de ella».
Las reuniones se multiplicaron; éstas se levantaron en toda Bretaña, y en los Estados Unidos, las Indias occidentales. En el continente de Europa, también en Francia, Alemania, Holanda, Escandinavia, Italia, España y Rusia. Había reuniones aun entre los Coptos en Egipto. Cuando los “Hermanos” de Inglaterra comenzaron a visitar otras tierras encontraron que Dios había ido delante, y preparado el camino para Su pueblo, y puso similares ejercicios en sus corazones, de manera que en muchos lugares reuniones ya estaban formadas y que partían el pan en la misma forma simple, y tales reuniones rápidamente recibieron la verdad que les era ministrada.
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