1% de la humanidad posee el 99% de la riqueza del mundo, y la clase media y los pobres sólo el 1%
La Oxfam, la organización mundial líder en ayuda humanitaria de emergencia, que se dedica a educar a la gente acerca de la disparidad en la riqueza, después de su congreso celebrado en Davos, Suiza en enero de 2015, publicó un informe en el que asegura que para el año 2016, la élite y los más ricos, serán los propietarios del 99% de la riqueza mundial. La riqueza combinada de los más ricos quienes constituyen el 1%, superará a la del otro 99% de las personas el próximo año, a menos que se haga un alto a la tendencia actual del aumento de la desigualdad. En el Foro se reveló que una de cada nueve personas están muriendo de hambre y más de mil millones viven con menos de un dólar con 25 centavos al día.
La otra mitad de la riqueza mundial está en manos del 1% de la población, la que posee en conjunto unos 110 billones de dólares, unos 81 billones de euros. La concentración de la riqueza en manos de una minoría supone un nivel de desigualdad “sin precedentes”. El Foro Económico Mundial considera que esta desigualdad constituye un grave riesgo para el progreso de la humanidad. La diferencia económica extrema y el secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites son demasiado interdependientes. La falta de control en las instituciones políticas produce su debilitamiento, y los gobiernos sirven abrumadoramente a las élites económicas en detrimento de la ciudadanía de a pie. La desigualdad extrema no es inevitable, y puede y debe revertirse lo antes posible.
Pero entonces: Si un 1% de la humanidad posee el 99% de la riqueza del mundo, y la clase media y los pobres sólo el 1%, ¿por qué la clase media que trabaja duro es el blanco de los programas del Papa y de la ONU, para la redistribución de la riqueza? ¡La élite paga poco o nada de impuestos, y entre los años 2009 al 2014 literalmente duplicó su riqueza! Durante ese mismo período de tiempo, la clase media en Estados Unidos, sufrió una pérdida aproximada de alrededor el 45% de sus bienes. Personas con modestas cuentas de ahorro en los bancos, perdieron gran parte de su dinero, porque a sus ahorros, en lugar de sumársele los intereses, se les dedujo un porcentaje por el mantenimiento de sus cuentas, ya que las mismas no alcanzaban el mínimo estipulado para recibir intereses. Casi todas las normas, impuestos, leyes y restricciones, “desarrollo sostenible” y “calentamiento global” provienen de las Naciones Unidas, y están diseñadas para reducir aún más el nivel de vida de la clase media, para que finalmente quede solo una clase baja gigante y una clase super-alta.
La élite vive literalmente como los reyes y reinas más ricos de los imperios más grandes del mundo en la antigüedad, y no está obligada por las mismas leyes y restricciones de la clase media. Desde la Cumbre para la Tierra de las Naciones Unidas de 1992, donde el canadiense mega-millonario Maurice Strong presentó la Agenda 21, la cual fue promovida como una forma para proteger nuestro medio ambiente, y la construcción de un mundo mejor con justicia social, ha sucedido todo lo contrario.
En los últimos 23 años, la Agenda 21 ha creado dificultades económicas incalculables, brotes de hambre y enfermedades en masa, y ha destruido agresivamente la prosperidad económica para miles de millones de personas en todo el mundo. Sólo veamos lo que ha ocurrido en Estados Unidos, donde la producción de miles de productos fue transferida a lugares como China e India, privando a los norteamericanos de trabajos y ocasionando pobreza.
Pero... ¿Sería acaso que los de la élite, los científicos, políticos, ingenieros sociales, y las Naciones Unidas simplemente hicieron un mal cálculo, o fue todo esto parte del plan desde el principio? La realidad es que el verdadero propósito de la Agenda 21, y ahora Transformando Nuestro Mundo: Agenda 2030 Para Desarrollo Sostenible, nunca ha sido para mejorar las cosas. Para algunas personas esto puede ser difícil de procesar y puede hacer que experimenten disonancia cognitiva: es decir que sientan la tensión o incomodidad que se percibe cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles. La verdadera agenda de la elite globalista respecto a todo este “desarrollo sostenible” y los programas de “justicia social” es la creación de un nuevo estado feudal global, una dictadura científica dirigida por la élite. El objetivo, tal como lo explican y documentan eruditos de las profecías, tal como Paul McGuire, quien estuvo preparando por siete años el libro publicado en inglés El Código Babilonia, es reducir la población mundial lo más rápido posible de 7.000 millones a 500 millones.
Para poder lograrlo, la élite necesita fomentar el hambre masiva, provocando una escasez de alimentos, de agua, aumento de las plagas, de las guerras, para así destruir la capacidad de las personas para hacer una vida decente. Esto puede ser problemático de entender para muchos de quienes nos escuchan, pero si usted lee los escritos originales de HG Wells, Aldous Huxley, Bertrand Russell y otros, comprobará que estos hombres detallaron exactamente este mismo plan hace más de 50 años. Recuerde, quienes han maquinado todo esto no creen en Dios; no creen en el bien y el mal; y muchos están involucrados en diversas sectas satánicas, son parte de los iluminados, masones, del Bohemian Grove y otras más. Creen en darwinismo social puro, en el que el poder constituye el derecho.
Es por eso que el preámbulo de este nuevo plan de la ONU dice: “Este plan será implementado por todos los países y partes interesadas mediante una alianza de colaboración”. Note que esta simple frase de hecho es una orden, hace hincapié en las palabras de que “Este plan será implementado por todos los países y partes interesadas”, en otras palabras: les guste o no. Es una orden que no deja cabida para nada más. Las Naciones Unidas son un gobierno mundial de facto, y no gobierna en conformidad con el “consentimiento de los gobernados”. Las Naciones Unidas son un gobierno mundial al que los políticos estadounidenses de ambos partidos le han rendido los derechos constitucionales de esa nación. Si usted se pone a analizar los debates presidenciales republicanos, se dará cuenta que la vasta mayoría de los que participan son “hombres y mujeres comprados”. Ellos están allí para servir a sus amos verdaderos: a las familias que integran la banca internacional y las sociedades secretas entrelazadas. Si un candidato tiene una serie diferente de creencias a las que el “grupo orwelliano profesa” en lo que respecta a la política interna y externa, sólo se le permite ir hasta cierto punto.
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