jueves, 28 de enero de 2016

Un texto muy mal entendido



"No juzguéis, y no seréis juzgados"


Muchas personas ignoran el resto de la Biblia pero conocen este versículo y lo usan como un palo para silenciar cualquier crítica o corrección. Si estudiaran el resto de la Biblia, sabrían que existen momentos en los que debemos juzgar, así como momentos en los que no debemos hacerlo.




Por ejemplo, debemos juzgar a los maestros y a su doctrina en base a la Palabra (1 Co. 14:29). Debemos juzgar si otros son verdaderos cristianos; de lo contrario no podríamos obedecer la prohibición de unirnos en yugo desigual (2 Co. 6:14). Debemos juzgar los desacuerdos entre los creyentes (1 Co. 6:1-6). Debemos juzgar el pecado en nuestras propias vidas (1 Co. 11:31). La iglesia local debe juzgar las formas extremas de pecado (1 Co. 5:12). La iglesia local debe juzgar si los hombres están calificados o no para ser ancianos y diáconos (1 Ti. 3:1-13).




Pero existen otras áreas en las cuales no debemos juzgar. No debemos juzgar las intenciones de otras personas porque sólo Dios conoce lo que está en sus mentes. No debemos juzgar el servicio de los siervos del Señor (1 Co. 4:5). Tan sólo existe Uno que sabe si estamos edificando con oro, plata, piedras preciosas, o con madera, heno, y hojarasca (1 Co. 3:12). No debemos juzgar a aquellos que están en desacuerdo con nosotros en cosas que son moralmente indiferentes o no esenciales (Ro. 14:3-4,13). Finalmente, no debemos juzgar según las apariencias (Jn. 7:24), o ser parciales con las personas (Stg. 2:1-4).




William MacDonald

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