lunes, 18 de enero de 2016

La verdad profética en el tiempo actual

La historia de nuestra esperanza bienaventurada (parte VIII)




A menudo se dice que en las cosas del Señor no hay coincidencias.  Por medio de su divina soberanía, Él estructuró la historia que iba a desarrollarse.  Para nosotros la escena mundial parece caótica, incluso equívoca.  Para ponerlo en el lenguaje vernáculo de las películas viejas, es como... «Si los malos estuvieran ganando».  Pero esto no es verdad.  Dios simplemente permite que el hombre haga uso de sus medios y engaños por los cuales será juzgado.  Usando otra de esas expresiones antiguas es como «si les estuviera dando suficiente soga para que se ahorquen ellos mismos».

Pero la otra cara de la moneda, son los millones que han sufrido y muerto por su fe en Él.  Comenzó con el propio Señor Jesucristo, quien sufrió y murió por nosotros.  Continuó en la vida de los apóstoles, quienes fueron enviados al exilio, torturados y asesinados.  Esto fue lo que dijo el apóstol Pablo respecto a lo que era caminar con Cristo: “¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.)  Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.  De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.  Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.  ¿Quién enferma, y yo no enfermo?  ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?  Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad” (2 Co. 11:23-30).

En medio de todo esto, Pablo enseñó el retorno inminente de Cristo, también enseñó la caída y auge de Israel: “Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen?  En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.  Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?  Porque a vosotros hablo, gentiles.  Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.  Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?” (Ro. 11:11-15).

Los judíos están de regreso en su territorio, y unos pocos cristianos han demostrado ser fieles y amigables en su apoyo a esos, que de acuerdo con la profecía, se convertirán en cabeza de las naciones.  Sólo el Señor sabía que por 18 siglos languidecerían esparcidos en los cuatro puntos cardinales.  Pero incluso allí, demostraron ser un pueblo único y dotado, porque durante esos años ellos estaban siendo probados.

Los gentiles también están siendo probados como un pequeño remanente de los fieles que han sido llamados como un “...pueblo para su nombre” (Hch. 15:14c).  La prueba continúa, y a no dudar, aumentará, tal como profetizó Pablo.

¡Qué gran privilegio vivir en un día, cuando nosotros como los apóstoles, estamos esperando su retorno inminente!  El Señor todavía se deleita en probar a sus amados, permitiendo que desarrollen su fe plenamente.  Pero a diferencia de los creyentes del primer siglo, tenemos la perspectiva de tiempo y el conocimiento de que el Señor está cerca, a las puertas.

Ahora, sabemos que es por su amor, que ha extendido y continúa alargando la dispensación de la gracia.  Con Él no hay demoras, sino más bien, prolonga su invitación para que muchos más reciban su regalo de vida eterna.

  ¡Su venida es inminente!

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