martes, 28 de julio de 2015

LA DESAPARICIÓN DEL DISCERNIMIENTO BÌBLICO

Bajo la inspiración del Espíritu Santo, el Apóstol Pablo escribió: "Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina" (2 Timoteo 4:3).  Pablo indudablemente está dirigiéndose a la iglesia.  Aquellos en la iglesia, quienes no estudian las Escrituras por ellos mismos, no pueden luchar "vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos" (Judas 3).  Pablo escribió a la iglesia de Efesio: "Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas" (Efesios 4:14).
Las Escrituras expresan claramente que si uno no asimila la buena doctrina está expuesto al engaño espiritual.  A los ancianos de la iglesia de Efeso Pablo les dio una advertencia de lo que iba a ocurrir después der su partida: "Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.  Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hechos 20:28-30). Esta fue la advertencia de Pablo a su querida iglesia de Efeso, un mensaje de importancia crítica para el futuro de ellos en Cristo.  Pablo sabía la terrible destrucción que resultaría de aquellos que adoptaran la falsa doctrina.  Era un mensaje que él predicó constantemente durante los tres años que él estuvo con ellos.
Aquellos quienes continúan "luchando vigorosamente por la fe", además de poseer los básicos cimientos de la fe para una vida productiva en Cristo, también están equipados para discernir y resistir los numerosos engaños del adversario.  Eso se podría llamar las buenas noticias.  Las otras noticias que no son tan buenas es que estos creyentes se van a encontrar en las primeras líneas de combate, en esta guerra espiritual, que a medida que transcurren los días continúa con más intensidad.  Uno tiene solamente que hacer una revisión superficial de las Escrituras y de la historia de la iglesia para darse cuenta cuán destructivas, y hasta mortales, han sido las consecuencias que han resultado cuando la iglesia no se adhiere a la doctrina bíblica.  Muchos hoy en día alegan que son las doctrinas bíblicas mismas que son el problema, especialmente cuando se aceptan en forma dogmática que según ellos crean divisiones. Esa manera de pensar es el resultado de aquellos quienes no tienen interés en luchar vigorosamente por la fe.  Es la falsa doctrina que en realidad crea las divisiones, porque separa al creyente de la verdad.
Pablo aclara todo mal entendimiento cuando dice: "Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos" (Romanos 16:17).  Increíblemente, es este versículo mal aplicado, que ha sido usado en contra de las multitudes quienes nos han contactado porque el liderazgo de sus iglesias no han querido escuchar o prestar atención a sus preocupaciones relacionadas con las doctrinas falsas y programas falsos que se han infiltrado en la iglesia.  Muchos de estos creyentes que han presentado sus quejas, han sido amenazados con expulsión de la iglesia y lo que en realidad estaban haciendo era luchar vigorosamente por la fe.  Estas situaciones se han intensificado a través de la iglesia en general, por las mismas razones que se está publicando en éste artículo, o tal vez en cumplimiento de la profecía hecha por el apóstol Pedro: "Porque es tiempo que el juicio comience por la casa de Dios ..." (1 Pedro 4:17).
Al mismo tiempo que la batalla espiritual hace estrago entre nosotros, la Palabra de Dios nos da directivas para poder funcionar y ser efectivos en nuestra vida Cristiana.  Pablo da a Timoteo ciertas instrucciones: "Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús" (2 Timoteo 1:13).  En lo que se refiere al ministerio de corrección, Pablo escribe: "Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él" (2 Timoteo 2:24-26). Y también habrá ocasiones que, como el Espíritu nos conduzca, medidas más duras van a tener que ser tomadas: "Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie" (Tito 2:15).  Tito era el indicado a ministrar la Palabra de Dios a sus discípulos, su autoridad eran las Escrituras, y él fue exhortado para mantenerse firme y no ser despreciado por abandonar o retroceder de la sana doctrina.

Nuestra oración es que todo aquel que mencione el nombre de nuestro Señor Jesucristo siga el aliento y estímulo que Pablo le da a Timoteo y también a todos nosotros cuando dice: "Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza ...Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren ... que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina" (1 Timoteo 4:13, 16; 2 Timoteo 4:2).

T. A. McMahon


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