Estas palabras de Pedro se refieren a Ezequiel cuando dice: “Comenzaréis por mi santuario” (Ezequiel 9:6), la casa de Dios en Jerusalén, porque es allí donde Dios busca primero la justicia, en su propia casa. Siento que esto es algo tremendamente solemne, algo que debe inclinar nuestros corazones delante de Dios. La iglesia ha faltado en ser la epístola de Cristo (2 Corintios 3:3)
Cuando volvieron los espías a Israel, la fe de diez cedió. Caleb y Josué dijeron: “Ni temáis al pueblo de esta tierra, porque nosotros los comeremos como pan.” Lo mismo es para nosotros frente a las dificultades y a la oposición presentes. Somos llamados a ver dónde estamos, y cuál es la senda y el lugar en donde debemos andar: se nos llama a tomar conciencia del estado en el que se halla todo lo que nos circunda. Pero si bien la iglesia ha fracasado, la cabeza no puede fallar jamás. Cristo es más que suficiente para nosotros hoy para el estado de cosas en que nos hallamos, tanto como al principio cuando estableció la iglesia en hermosura y santidad. Posiblemente tengamos que mirar su Palabra para discernir Su pensamiento, pero no debemos cerrar nuestros ojos ante la realidad del estado de cosas en que nos encontramos.
Al leer los Hechos de los Apóstoles, resulta muy sorprendente ver que hay poder en medio del mal. Cuando estemos en el cielo no habrá ningún mal, no nos hará falta la fe ni el ejercicio de nuestras conciencias entonces; pero ahora sí, y lo único que tenemos, donde predomina el mal, es el poder del Espíritu de Dios, y por ese poder debemos nosotros dominar el mal en nuestro camino.
J. N. Darby
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