miércoles, 28 de diciembre de 2016

"EL APOCALIPSIS" La revelación de la Persona y gloria de Jesucristo

Por Arno C. Gaebelein


“Revelación de Jesucristo, que Dios le dio...» Esta es la primera frase del último libro de la Palabra de Dios. El mejor título del libro es, pues, «La Revelación de Jesucristo». Nuestro Señor recibió, según esta primera afirmación, una revelación de Dios. Hay que entender esto en relación con el hecho de que El mismo era el Hijo del Hombre. Como Hijo Unigénito no tenia necesidad de ninguna revelación; en su Divinidad El conoce todos los propósitos eternos. Siendo uno con Dios conoce el fin desde el principio. Pero El, que es el mismo Dios, tomó en su encarnación la forma de siervo, y así, en forma de hombre, se humilló a Sí mismo (Filipenses 2:7, 8). Y como Hombre que pasó por la muerte, que fue levantado de los muertos por Dios, y exaltado a su diestra, Dios le dio esta revelación referente al juicio de la tierra y la gloria de El mismo. «Dios le resucitó de los muertos y le ha dado gloria» (1.a Pedro 1:21). En qué consiste esta gloria recibida de Dios, se revela plenamente en este libro. Es la revelación de su gloria adquirida, y la forma en que esta gloria ha de ser manifestada en relación con la tierra. Y esta revelación El la da a conocer a sus siervos, porque los suyos comparten con El todo lo que El recibió de Dios.

Esta revelación es de modo preeminente su revelación; la revelación de su Persona y de su gloria. «Como está escrito de Mí en el rollo del libro...» (Hebreos 10:7). Martin Lutero preguntó: "¿ Qué Libro y qué Persona?, y contesta: Sólo hay un Libro: la Biblia; y sólo hay una Persona: Jesucristo." Todo el Libro, la Palabra de Dios, da testimonio de El que es la Palabra viva o el Verbo. El es el centro, la suma total y la sustancia de las Sagradas Escrituras. El lector que ora y lee la Biblia nunca va a leer en vano si se acerca al bendito Libro con el deseo de conocer a Cristo y su gloria. Su rostro bendito se ve en cada página y la guía infalible, el Espíritu Santo, nunca falla en satisfacer el anhelo del corazón del creyente de saber más de Cristo. En cuanto este último libro de la Biblia es la Revelación de Jesucristo, su «revelarse» o Revelación propia, hallamos en él la revelación más completa de su persona y de su gloria.

Es aquí donde muchas exposiciones del Apocalipsis se han descarriado. Ocupándose principalmente de los símbolos del Libro, los misterios, los juicios y la consumación prometida, han descuidado hacer suficiente énfasis en El, que a través de este libro es de modo preeminente el centro de todo. El lector del Apocalipsis hará bien si lee primero todo el libro con este objetivo delante: ver lo que se dice de nuestro Señor, de su Persona, de su presente y de su gloria futura.

Hallaremos todos los ragos de su Persona y su obra mencionados. El es «el Alfa y la Omega, el primero y el último» (1:11); el Anciano de Días (1:14, comp. con Daniel 7:9); el «Yo soy», esto es, Jehová, El que vivo (1:18); el Hijo de Dios (2:18). Estos términos hablan de su Deidad. Su vida terrena en humillación se toca en la afirmación «e1 testigo fiel» (1:5). Su muerte en la cruz es mencionada también: «El nos lavó los pecados con su sangre» (1:15); «Estuvo muerto» (1:18); «El Cordero que ha sido inmolado» (5:6); «digno es el Cordero que fue inmolado» (5:12). Es mencionado veintiocho veces como el Cordero en el Apocalipsis y cada vez se nos recuerda la cruz y la gran obra realizada allí. Su resurrección también se ve, porque se le llama «El primogénito de los muertos» (:1 5); y El habla de Si mismo como «El que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que estoy vivo por los siglos de los siglos» (1:81); y de nuevo: «El primero y el postrero, el que estuvo muerto y volvió a la vida, dice esto» (2: 8).

Luego le contemplamos «en medio» de la gloria, visto cara a cara por todos los redimidos y adorado por ellos, así como por las huestes celestiales y últimamente por toda criatura, en cumplimiento de Filipenses 2:10, 11, «Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Apocalipsis 5:8-14). Después del capítulo cinco tenemos su revelación como el ejecutor de los juicios decretados. El abre los sellos; El envía a los siete ángeles con los juicios de las copas, en las cuales se completa la ira de Dios. «Pues ni aun el Padre juzga a nadie, sino que ha dado todo juicio al Hijo» (Juan 5:22). Luego le vemos en la unión gloriosa con la Esposa (19: 7-10) cuando sale del cielo como el Cristo victorioso seguido de sus ejércitos celestiales (19: 11-21), conquistando las fuerzas contrincantes del mal, ejecutando la ira del Dios Todopoderoso, y apareciendo como Rey de reyes y Señor de señores. El capitulo veinte le revela como el Cristo reinante. El y sus santos con El van a reinar sobre la tierra durante mil años. Y todo lo que sigue le revela a El y su gloria, así como los resultados bienaventurados y eternos de su obra.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario