miércoles, 23 de noviembre de 2016

El lugar escogido por Dios para reunirnos



En cualquier lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. » (Éxodo 20:24).

«Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía... porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna»
(Salmo 133: 1,3).

En estos pasajes la bendición está unida a un lugar, lugar escogido por Dios (en todo lugar donde yo colocare...) esta bendición se experimenta allí, buena y agradable, por los hermanos que habitan unidos. Este principio divino del lugar se encuentra en toda la Escritura. En Mateo 18:20, la presencia del Señor, es prometida a los que se reúnen a su nombre; en Juan 20:19, ella es efectiva en el lugar donde los discípulos están reunidos: «Vino Jesús, y se puso en medio de ellos». ¡Que gozo para sus discípulos! ¿Qué puede haber más hermoso que el estar allí dónde el Señor se encuentra, de rodearle ya aquí en la tierra, a Él, jefe de la Asamblea (Iglesia), nuestro esposo?

El libro de los Hechos comienza por una escena muy conmovedora: el Señor Jesús está en medio de sus discípulos. Les habla de las «cosas que conciernen al reino de Dios». Les enseña. Les habla de la promesa del Padre concerniente al Espíritu Santo que recibirían dentro de pocos días en Jerusalén; los discípulos le hacían preguntas, la comunión era realizada. Después de revelarles el poder por el cual serían revestidos (Lucas 24:49), les muestra la misión que tendrán en adelante (Hechos 1:8) Están todos allí reunidos alrededor de Jesús y reunidos aún, van a asistir a esta escena única: Cristo elevado de la tierra ante sus propios ojos y recibido por una nube. Un discípulo que hubiera estado ausente habría sufrido una pérdida irreparable. Si descuidamos una reunión donde Jesús está presente, otra pena es la que le damos, perdemos una parte de la bendición que no se repetirá nunca más. Puede ser que los estímulos, consuelos, o la enseñanza respondan justamente a un problema que me atormenta y ha sido dada en esta reunión... y no he estado allí para recibirla. ¡Que pérdida! ¿No habríais deseado ser uno de sus discípulos presentes, para estar con Él, para escucharlo hablar? No está mas en la tierra sino que nos promete entonces su presencia en la reunión de los suyos. Solo la fe puede apoderarse de esta promesa: «Bienaventurados los que no vieron y creyeron» (Juan 20:29). 




El Señor entonces abandona esta tierra (Hechos 1:9), los discípulos están solos en medio de un mundo donde han sufrido con horror la maldad. Ellos necesitan encontrarse juntos para hablar de los acontecimientos extraordinarios que acaban de tener, concerniente a su Señor y para poder orar juntos (Hechos 1:13, 14). Con las mujeres, perseveraban en la oración. ¡Que temas de acciones de gracias, que necesidades que expresar! El mundo en el cual vivimos es el mismo que aquel en el cual nuestro Señor Jesucristo ha vencido, sin embargo Satanás está siempre como jefe. El mundo de hoy día es el mismo que, en el extremo de su odio, ha dado muerte no hace mucho al Santo y al Justo. No lo olvidemos, queridos hermanos y hermanas, con el fin de que tal mundo no tenga atractivo para nuestros corazones. Tiene que llegar a ser para nosotros «una tierra árida, alterada, sin agua» y naturalmente siempre tendremos sed: « mi alma tiene sed de Ti» (Salmo 63:1) El deseo ardiente se hará sentir en el alma regenerada por estar siempre ante su Salvador, en el lugar donde su presencia está prometida. « Mi alma desea y aún anhela ardientemente los atrios de Jehová» (Salmo 84:2), «a tu nombre y a tu memoria es el deseo del alma» (Isaías 26:8b). ¿Nos gozamos con el pensamiento de estar juntos alrededor de Cristo?

Los creyentes están de nuevo «juntos reunidos en un mismo lugar» el día de Pentecostés (Hechos 2) y reciben el Espíritu Santo. Se está maravillado ante el poder con el cual el Espíritu Santo obra entonces: « En ese día fueron agregados como tres mil almas» (Hechos 2:41). Pero señalemos lo que sigue, porque nos parece encontrar la llave de nuestra extrema debilidad, y también la razón de la fuerza de los creyentes en esta época. «Y perseveraban en la doctrina y en la comunión de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones» (v.42).

¿PORQUÉ Y COMO SE REUNEN?

Traducido de “El Mensajero Evangélico” año 1955

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