Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mi el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Por supuesto que es muy importante que estemos listos para cuando El venga, pero decir, "Lo único que me toca es estar listo para ese suceso", me parece un supremo egoísmo. ¿Estoy preocupado solamente por mi condición personal? ¿No tengo una profunda y ardiente expectativa en mi alma, ansiando ese glorioso día cuando volverá mi Salvador? ¿No estoy ansiando verle?
El ha dicho que volverá, y nos ha dicho que velemos y esperemos su venida, que seamos como los hombres que esperan a su Señor cuando regrese de la boda. Y ciertamente si hemos aprendido a amarle, si le conocemos como aquel que murió por nosotros y lavó nuestros pecados en su preciosa sangre, deberíamos estar ansiando su vuelta.
Algunos piensan en la segunda venida del Señor como en un acontecimiento terrible, un acontecimiento ante el cual debemos temblar, porque confunden la segunda venida de Cristo por su pueblo con el día del juicio para el mundo impío; pero son dos acontecimientos muy distintos. Cuando El dijo: 'Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis," no se estaba refiriendo al día del juicio final. Hablaba del tiempo cuando volvería y resucitarla a los muertos y cambiaría a los vivos, sus redimidos, y los llevaría para estar con El en la casa del Padre. Con toda seguridad no hay nada que temer en todo esto. El pensamiento de la venida del Señor no es un portento temible.
Para mi la expectativa de la pronta venida del Señor es una de las esperanzas más preciosas que tengo. Creo que esto es lo que quería decir el apóstol cuando dijo, Conforme a mi anhelo y esperanza". El estaba esperando la venida del Salvador y dijo, "No quiero ser avergonzado. Mientras le espero, quiero hallarme trabajando siempre para su gloria, tratando de traer a otros a El y tratando de manifestar a Cristo en mi vida cotidiana para que siempre pueda decir, Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia' ".
Este pobre mundo necesita la venida del Salvador. Supongamos que el Señor hubiera venido hace diez años. Entonces el mundo nunca hubiera conocido los terribles conflictos por los cuales estamos pasando. ¿Por qué vemos a las naciones empeñadas en sangriento conflicto las unas con las otras? Esto se debe a que cuando el Príncipe de Paz vino a vivir humildemente entre los hombres estos no le reconocieron. Fue rechazado. Vino a traer la paz pero los hombres dijeron, "No queremos que éste reine sobre nosotros". Así, según el profeta Oseas, El dijo 'Andaré, y tornaré a mi lugar hasta que conozcan su pecado, busquen mi rostro. En su angustia madrugarán a mi". El ha vuelto a la diestra del Padre y allí está preparando un lugar para sus redimidos. Un día volverá, y su venida significará el arrebatamiento de su iglesia y nuestra presentación ante el Padre en completo gozo.
Este es uno de los aspectos de su venida, pero el otro es éste: El va a volver a este pobre mundo para reinar en justicia durante mil años maravillosos, y entonces se cumplirá la profecía que dice, "Y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada gente contra gente, ni más se ensayarán para la guerra` (Miqueas 4:3). ¡Oh, cómo necesita este mundo a Cristo' quien es ese "Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes y Señor de señores!"
Es a esto que se refiere el apóstol, especialmente en el capitulo ocho de la epístola a los Romanos cuando dice, "Porque el continuo anhelar de las criaturas (creación) espera la manifestación de los hijos de Dios", porque la bendición de la creación vendrá con esa manifestación. ¿Y cuándo serán manifestados los hijos de Dios? Los hijos de Dios ya están en el mundo pero aún no ha llegado su manifestación. Están en el mundo pero el mundo no los conoce, como tampoco le conoció a El. Pero leemos que cuando El sea manifestado, lo seremos también nosotros. ¡Cuando El reine, nosotros apareceremos con El en gloria! En ese tiempo llegará la bendición a la tierra y la creación será librada de la esclavitud de la maldición.
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