martes, 21 de marzo de 2017

En tiempos de apostasía Dios guarda un remanente




El principio del remanente.

Cuando Israel hubo hecho el becerro de oro, la justicia de Dios hubiera tenido que destruir al pueblo. Sin embargo, respondió a la intercesión de Moisés y le perdonó. Este "tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento". El pueblo, en su conjunto, no salía; miraba en pos de Moisés, desde la puerta de su tienda, ”hasta que él entraba en el tabernáculo” (Exodo 33:8); pero algunos salían efectivamente fuera del campamento (v. 7), un remanente que se apegaba a su Dios.

En Ezequiel 9 vemos al hombre vestido de lino poner una señal en la frente de los hombres que gimen y claman a causa de todas las abominacíones que se hacían en Jerusalén. El conjunto iba a ser alcanzado por el juicio, pero un remanente que temía a Jehová iba a ser perdonado.

En Malaquías 3:16 hallamos el mismo principio. Un siglo había transcurrido desde el retorno de la cautividad; entre los que, un día, habían aclamado con júbilo la fundación del templo, no quedaban, en medio de una multitud que se había desviado, sino algunos que "temían a Jehová” y que hablaron cada uno a su compañero; remanente que pensaba en Su nombre y para quienes "fue escrito libro de memoria”.

Es el mismo principio el que volvemos a hallar en 2 Timoteo 2:17 a 22. Varios contendían sin ningún provecho y "para perdición de los oyentes"; se pronunciaban “profanas y vanas palabrerías"; los que se entregaban a ellas iban a caer más y más en la impiedad y sus palabras carcomerían como gangrena. Se notan casos específicos de falsas enseñanzas, como los de Himeneo y Fileto. Algunos los escuchaban y su fe quedó trastornada. Grande era la responsabilidad de los que enseñaban equivocadamente: y grande tambén la de aquellos que los escuchaban. ¿Qué hacer en semeiante situación?

Lo que Dios ha establecido permanece, como lo veremos en seguida, y "conoce el Señor a los que son suyos”. La responsabilidad de los que se apegan a El es entonces doble: "apartarse de iniquidad" ---es decir, de todo lo que el hombre ha establecido y que no es conforme a la Palabra de Dios y "limpiarse" de los utensilios para usos viles. Por analogía con 1 Corintios 3 se podría ver, en los utensilios de oro y de plata, a los rescatados que tienen la vida de Dios y están fundados sobre la redención; en tanto que, en los utensilios de madera y de tierra, (materiales que no soportan el fuego) es dable apreciar a los que no tienen la vida. Se podría también, según el contexto de los versículos anteriores en 2 Timoteo 2, comparar "los utensilios para usos viles" con los que enseñan falsamente y con sus oyentes. Por último, no se trata sólo de la realidad interior de la vida divina (la que, a veces, el Señor solo la discierne) (v. 19), sino también del testimonio dado (compárese v. 22).

Mas no es según Dios que uno permanezca solo: "Sigue -dice el apóstol -la justicia, la fe, el amor y la paz con los que de corazón limpio invocan al Señor”. Así se forma un remanente según los mismos principios que en el Antiguo Testamento, a fin de apegarse al Señor y no pronunciar Su nombre en vano.

Pero, según Hebreos 13, si es necesario salir " fuera del campamento”, la Palabra subraya que es "a él" que se trata de ir: Cristo como centro de reunión permanece; es hoy, como en los primeros dias de la Iglesia, el mismo Nombre que congrega.


G. Andre



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