«Las disciplinas espirituales, tanto oriental como occidental, se basan en la hipótesis de que hay algo que podemos hacer para iniciar la jornada hacia la unión divina, una vez hemos sido tocados al reconocer que tal estado existe. La oración centrada es una disciplina designada a reducir los obstáculos... escoger una palabra sagrada (para repetir)... Veinte a treinta minutos es el mínimo de tiempo necesario para que la mayoría de personas puedan establecer silencio en su interior».
Thomas Keating en las páginas 18, 21 y 23 de su libro Mente abierta, corazón abierto.
La espiritualidad contemplativa es un elemento vital de la Iglesia Emergente (La nueva espiritualidad). De hecho, el viento es para un bote de vela, lo que la plegaria contemplativa es para la Iglesia Emergente. Sin ella, no hay impulso, está entrelazada en la propia estructura del ambiente de la Iglesia Emergente. A fin de entender por qué esto es tan importante, primero es necesario comprender las dinámicas de la espiritualidad contemplativa. Marilyn Norquist Gustin, una de las proponentes, la define así en la página 29 de su libro Una jornada interior: «Para ayudar a la mente a permanecer callada, podemos seguir nuestra respiración. O podemos repetir silenciosamente una oración escogida, frase o palabra».
Eso podría parecer beneficioso a primera vista, quedarnos silenciosos en medio de un mundo ocupado y ajetreado. ¿Cuál cristiano no desea encontrar paz y descanso? Pero examinemos mejor la infraestructura de este tipo de oración y el sistema de creencias que hay detrás de él. Jacquelyn Small una practicante, explica en la página 261 del libro Despertando en tiempo, que esos que aprenden a perfeccionar este tipo de meditación, de hecho pueden entrar en “un trance profundo” muy parecido a la condición hipnótica.
La mayoría de cristianos dirán que nunca realizarán una práctica espiritual que los lleve hasta un trance hipnótico profundo. Eso es sólo para los de la Nueva Era, ¿cierto? Pero tal vez le sorprenda a muchos saber que este estado meditativo (logrado, o por repetir una palabra o frase, o por concentrase en la respiración o en un objeto) se ha atrincherado entre las principales corrientes cristianas. Diciendo a menudo, que van a mantenerse en silencio o al lugar sagrado, los de la Nueva Era y los monjes católicos han enseñado la práctica desde hace tiempo. Thomas Keating, un monje católico, dice esto acerca de la plegaria contemplativa y el silencio: «La oración contemplativa no es tanto la ausencia de pensamientos, como una separación de ellos. Es la apertura de la mente y corazón, cuerpo y emociones (nuestro entero ser) hacia Dios, el Misterio Final, más allá de las palabras, pensamientos y emociones».
Cuando Keating habla de “silencio interior”, está diferenciando entre soledad o silencio exterior (como por ejemplo, estar sentado junto a un riachuelo y apagar el teléfono, la radio, etc.) y una quietud interior al permanecer inmóvil con la mente en silencio. Ray Yungen, un crítico contemplativo dice en la página 15 del libro Un tiempo de apostasia, que permanecer inmóvil con la mente en silencio es como “ponerse en el equivalente a una pausa o neutral”. Mientras el silencio exterior es legítimo, el interior, el silencio de la mente no lo es. A fin de tener este “silencio interior”, la mente debe estar libre de pensamientos y distracciones, y esto sólo puede lograrse por medio de la
práctica repetitiva que conlleva a un estado hipnótico.
Roger Oakland
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